Pasatiempos

Publicado en Diario de Noticias de Álava el miércoles 13 de mayo de 2020

Me siento orgulloso de vivir en un país con dirigentes que se desvelan por nosotros no ya en lo principal, sino incluso en lo accesorio. Viendo que nada es más nocivo que el aburrimiento, y que con los tradicionales pasatiempos no basta, han desarrollado entretenimientos para hacernos llevar mejor nuestros fines de semana confinados. Eso sí, como dicen que no estamos para juegos con la que está cayendo, lo camuflan como si fuesen cosas serias, pero no.

Arrancamos los viernes con un crucigrama en blanco, y cada cual que lo rellene como pueda. Luego ya nos vamos viniendo arriba con las palabras cruzadas entre unos y otros y hasta entre sí mismos. Aparecen después los textos multifunción. Puedes poner uno junto al otro y tratar de encontrar las siete diferencias, pero valen también como jeroglíficos y tienen, además, juegos de lógica ocultos en sus contenidos. Hay también enigmas de los de tener que ir a la biblioteca o a Google a por documentación para resolverlos. Y ale, todos a consultar el derecho romano, el código napoleónico y hasta a Montesquieu para que al final pase como cuando daba igual tu carné y la calificación del obispo si al portero del cine, con su gorra y su abrigo, le daba por no dejarte entrar.

Pero lo mejor son las apuestas, que eso es muy de aquí. Cada fin de semana hay que adivinar quienes serán los malos y por qué. Fueron los niños, los ciclistas, los paseantes y ahora los del café. En una o dos semanas serán los estudiantes, y luego los bañistas. Menos ellos cualquiera. ¡Tan ductos en eso de la economía de mercado e incapaces de entender lo que ocurre cuando no cuadran la oferta y la demanda! Se demandan abrazos y palabras, aunque sean a distancia y en privado, pero no hay oferta de espacios ni momentos ex profeso. Y como esa necesidad es mucho más que un capricho, pasa lo que pasa. Y así semana tras semana.

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