A media luz

Publicado en Diario de Noticias de Álava el miércoles 16 de enero de 2019

No todo va a ser criticar. Cuando algo está bien lo suyo es reconocerlo.

Tenemos una trama medieval que es motivo de orgullo para la ciudad. Si en un tiempo vivimos acomplejados por no tener torres Eiffel, Coliseos o palacios de Buckingham, hoy potenciamos nuestro viejo casco para reclamo de turistas y solaz de propios. Montamos mercados medievales y festejos varios; editamos guías e itinerarios por los que transitan los viajeros, ya sea solos, ya al mandado de cicerones paraguas en mano; y por fin de año tenemos la noche de las velas, todo un encanto. Y la cosa es que al hilo de esto último alguna mente iluminada ha tenido una brillante idea que de cuando en vez puede verse, o no verse, en algunas calles y cantones de nuestra Vitoria medieval. El barrio a media luz. Y digo media porque las calles se iluminan únicamente gracias a la que sale de bares y comercios. Y es que claro, si algo de definitorio tuvo el medievo, es aquello de ser la edad oscura. Nada que ver con estas luminarias bajo las que pasamos las noches en el nuevo siglo de las luces. Y puestos a oscurecer, nada mejor que rincones recoletos como el cantón de San Roque, el único que mantiene la angostura original que tuvieron los cantones hasta que los higienistas decidieron derribar las casa adyacentes para hacerlos amplios y luminosos como se ven ahora. Para darle mayor encanto a esta migración temporal, los apagones no son programados y estables, sino de tipo aleatorio, de manera que lo mismo una noche ves la Corre a plena luz, como que otra te vas cruzando con figuras linterna en mano como fantasmas con su antorcha en la noche de las ánimas. Lo mismo tendríamos que quitar a Follet y poner una estatua de Gardel, mientras la megafonía canta por nuestras calles aquello de Y todo a media luz, crepúsculo interior, que suave terciopelo la media luz de amor.

 

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