La “D”

Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 13 de noviembre de 2016

Yo estudié en marias, primero en la “D” y luego en la “B”. Pasé luego un par de años por Los Herrán, y marché a la universidad. Vine, pero en breve me volví a trabajar. Anduve luego de pueblo en puebla y ahora de nuevo en la ciudad. Me quedan fotos, recuerdos y lazos. Y es que la vida es eso, un conjunto de lazos que a veces se olvidan o se tratan de ocultar y a veces se miman y se hacen grandes. Todos tienen en común que no se pueden soltar. Aunque se queden dormidos ahí están, y a veces despiertan y se hacen presentes, algunos con la fuerza de antaño y otros como novedad. Por eso, miedos y recelos aparte, acudimos a esos encuentros de viejos compañeros, y nos encontramos con aquellos lazos de amistad, de indiferencia y hasta de enemistad y, llegados a ciertas edades, descubrimos que son sólo lazos a cuidar, porque más que atarnos a alguien, todos juntos, son los que nos sujetan a la vida.

En junio nos juntamos los de la “D” y cenamos. A mi me aceptaron pese a ser un poco transfuga y haberme perdido muchas cosas, aunque a cambio ganase otras. Me tocó de compañero de mesa a Pedro. Una conversación pausada, positiva, interesante… buenas vibraciones para recordar, un lazo de los que apetece ensanchar. Pedro se fue la semana pasada. Dicen quienes le conocieron más que siempre era capaz de aportar, escuchar y hasta enseñar, y a mi su compañía aquella noche y su marcha tan reciente me han hecho pensar lo importante que es aprovechar la oportunidad de reverdecer, reinterpretar y no dejar escapar lazos. Y cada año que pasa más. Recuerdo haber leído hace años a Javier Ortíz que llegamos a edades en las que se empieza a morir gente que antes no se moría, y vivir es, entre otras cosas, la alegría de poder estrechar los lazos con los que crecimos y ensancharlos en abrazos, y la tristeza de lamentar los que ya no podremos volver a atar.

 

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