Tom Harrel. Joshua Redman

Tercera de abono. jueves 14 de julio de 2016. 21:00. Polideportivo de Mendizorroza. Tom Harrell, trompeta y fiscornio; Ralph Moore, Saxo tenor; Ugonna Okegwo, bajo; Adam Cruz, Batería. / Joshua Redman, saxo tenor; Kevin Hays, piano; Joe Sanders, contrabajo; Jorge Rossy, Batería. Media entrada.

Soy muy fan de El Greco, y ayer, sentado en Mendizorroza, vi como la música salía de uno de sus cuadros. El viaje de Tom Harrell se titula Las aventuras de un carácter Quijotesco, y es que tiene algo de quijote este personaje escuálido, debil, vulnerable y hasta tímido. Hierático en sus pies mientras su cabeza es agitada por el hijo de Parker. La trompeta colgando de su mano. La mirada al suelo. Los pies largos. El pelo cubriendo los trozos de cara que la barba no tapa. Arece una estampa oscura del Toledo del greco hasta que acerca la trompeta o el fiscornio a la boca y uno se da cuenta de que lo que parecía ausencia era levitación. Es un Jazz de siempre. Un clásico. Bien arropado por una base rítmica eficiente, sólida y discreta, y por un saxo tenor perfectamente acoplado. Es un viaje al tiempo de las cavas de Jazz en el que sólo falta el humo del tabaco y el techo bajo y en el que las armonías, los solos y las notas fluyen con aire eterno. Jazz en estado de pureza permanente. Jazz en blanco y negro, Jazz al óleo. Como Pollock fascinado ante La visión de San Juan el aire de Mendizorroza se rinde ante las notas de jazz que salen de la boca del caballero de la triste figura.

Redman es otra cosa. No es un cuadro ni una foto. Es un video 2.0. Es fresco, es nuevo. Es de los que te hace darte cuenta de que evolucionar es hacer cosas nuevas desde el dominio de la tradición. Es, posiblemente, de lo mejor que hay ahora mismo en la escena del Jazz. Arropado bien, por Jorgue Rossi, fino y eficiente, por Joe Sanders, el bajista bajo que toca descalzo y acompaña con la voz a su contrabajo y por Kevin Hays, pianista, nada más y nada menos. Un saxofonista llamada no ya a crecer, sino a seguir creciendo. Un hombre atildado y simpático. Féliz en escena. Con su aire de chico elegante de Harvard. Siguiendo los pasos de los grandes mientras mara su propio paso. Su calipso no llegó a aquel con el que me impresionó Sonny Rollins hace años en el mismo escenario en que ayer ganó la partida una vez más Joshua, el hijo de Dewin. Pero es cuestión de años, y hasta de generaciones. Redman es, en el sentido consagrado de la palabra, Jazz del siglo XXI.

 

 

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