Se acabó. Ya no hay.

39ª edición del Festival de Jazz de Vitoria Gasteiz. Balance.

Ya no hay música en las calles. Sólo queda el calor pesado de Julio. El sol comienza a recostarse y va variando su ángulo. Ya no como el bocadillo de las nueve. El paseo de la senda ya no me ve pasar a diario. No soy ya vecino de mis vecinas. No voy a Lourdes ya ni tejo con Ángeles algodones, acrílicos o polipieles. Ya no vuelvo a casa disfrutando de la fresca oscuridad de la Zumaquera. No saludo a mi amigo Joseba, ni a Pedro. ni me curzo camino del baño con amigos y excompañeros. Ya no comento con Juantxo, ni con Patxi, ni con Miguel Angel los conciertos. Xabier vuelve a Barcelona y Xabier a las rutas de bicicleta. A mi padre le veo como todas las semanas aunqeu no le vea toda la semana, y hasta el principal vuelve a su papel de secundario despues de ser por un par de días protagonista.

El festival ha terminado. Los fotógrafos no pugnarán ya por sacar todos la misma foto plantándo sus cuerpos opacos sin recato ni decoro delante de los sufridos pagadores de las primeras filas. Las pantallas gigantes descansarán un año más de ofrecer imágenes que se ven y negar informaciones que se podrían dar, desde los títulos de las canciones hasta las traduciones en subtítulos de los speechs de los músicos ingleses. Sí se puede, por si acaso alquien tiene la tentación de acusarme de pedir imposibles. Lo del repertorio lo hago yo en todas las audiciones del mucho más modesto ciclo de Ondas de Jazz, y no soy un genio. El bar no venderá ya bocadillos ni dirá a los sufridos abstemios forzosos o voluntarios que la cerveza sin alcohol no entra en el jazz. No se puede fumar pero tampoco beber sin. En fin.

La eterna discusión de todos los años dejará de estar en primera linea de fuego hasta el siguiente mes de julio. Ya no dividiremos la ciduad entre expertos amargados y complacidos oyentes. Apocalípticos e integrados aparcarán su diferencia sin reconocerse mutuamente. Es importante que las élites velen por que el festival mantenga su calidad y que el listón no baje a fuerza des ser más exigentes que complacientes. No se trata de gustar, si no de responder a lo que se ofrece, de cuadrar la oferta en el papel y en el escenario. Espectáculos como el de Cohen, o el de su banda o desbanda no deberían repetirse. Es importante explicar, educar y saber lo que se ofrece, y que nadie deje de ir por no querer ver flamenco y que no haya flamenco y que nadie vaya pensando que verá flamenco y se vaya sin verlo ni en una gotita. Es importante mantener el pulso de la aventura y la avanzadilla en el Principal, mientras Mendizorroza es lo que es, y allá cada cual. Los dos sitios son necesarios. Los dos públicos son importantes.

Ya no hay 39ª edición. Se acabó. Solo queda esperar una gran 40ª edición. Lo será. Sólo queda recordar. En mi memoria guardarán un sitio preferente, y por este orden, Mehldau, Hiromi y la entrada de Estrella Morente a los sones de Orpheo Negro en Mendi, y del Principal, por este orden también, la de James Brandon Lewis y la de Vincent Peirani en el Principal, o sea las dos tardes que fui. Por lo demás y lo guardo con cariño para el final, me quedo tambiñen para el recuerdo con los buenísimos ratos que gracias a Angeles en particular y Onda Cero Vitoria en general hemos pasado Fernando, Angel, Alfonso y un servidor en las tertulias matinales del festival. Ya estoy contando los días para las del año que viene.

 

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