Esta vez se cual es la buena

Hace poco más o menos un mes fui al médico. Me dio dos noticias, una buena y una mala, tan mala que hacía que la buena fuese mala (Lo contaba en uno de mis últimos arbolarios, “La pena de Murcia“).

Tengo el virus de la Hepatitis C. El año pasado completé 48 semanas de tratamiento con interferón (una inyección a la semana) y ribavirina, dos pastillas a la mañana y dos a la noche. Las primeras 12 semanas además de esto tomaba tres pastillas de telaprevir por la mañana y tres por la noche. Veneno y más veneno. Te salen manchas, picores, te entra anemia, huyen tus plaquetas, tienes fiebre, etc, etc. Todo para nada. Al acabar el tratamiento el virus que estaba desaparecido reapareció.

A los enfermos de Hepatitis C nos clasifican de más a menos graves entre otras cosas por la medida que damos en una prueba que se llama fibroscan, que mide la fibrosis de nuestro hígado y que hace que según el número que dé se nos etiquete como F1, F2, F3 y F4. El 4 es el más grave. Es cuando das de 12,5 para arriba. Yo antes de empezar el tratamiento andaba entre 17 y 21. Después de un año de veneno, mi hígado no pudo con el virus pero en cuanto a la fibrosis se recuperó algo. Ahora estoy entre 10 y 11. F3. Mi médico me decía hace un mes que según las instrucciones de la Consejería de Salud del Gobierno Vasco, y aun siendo recomendable aplicarme un nuevo tratamiento para curarme de una vez por todas, esto no sería posible hasta enero de 2016. Osakidetza establece que hasta esa fecha sólo se tratará a pacienetes en  F4. Para los demas enfermos a seguir de pacientes pero por lo de paciencia, no por lo de enfermo. Yo le comenté mi historial de F4 que transitoriamente estaba en F3 camino de volver a ser F4 y él, sin darme muchas esperanzas, planteó mi caso así, apoyando además la necesidad de tratarme en otras pruebas tales como ecografías etc.

Yo ya daba por hecho que hasta enero nada de nada. Esperaba tan solo a la confirmación del “no” para inicar mi reclamación oficial. Ah claro, se me olvidaba, que esto es tan fuerte que hay que explicar por qué mi médico no puede darme el tratamiento (sólo pastillas) sin más y tiene que elevar una petición fundamentada y razonada para que no le den una colleja y le digan que se lea las recomendaciones y deje de tocar los… Y es que como nuestros administradores de lo público y nuestros gobernantes son incapaces de meter en cintura a las farmaceúticas, los tratamientos que precisamos salen muy caros, y como no hay dinero para todos, según nos dicen, no son nuestros médicos los que deciden, sino un comité que se reune periodicamente para decidir a quién si y a quién no.

El viernes pasado me llamaron. Me dijeron que habían apreciado las características especiales de mi caso y habían decidido que, aun siendo F3, era oportuno iniciar el tratamiento. Hasta hoy que he ido, me lo han confirmado, he pasado por farmacia y he recogido el tarrito de pastillas milagrosas y la cajita de las ya casi familiares ribavirinas no quería ni creerlo. Ahora ya las tengo en casa. El domingo empiezo. Harvoni y Ribavirina. 12 semanas. Los efectos secundarios del Harvoni ocupan dos líneas. Los de la Ribavirina varias páginas. Los conozco y son asumibles. Hablan de más de un 90% de éxito. Me quedaré sin tomar el sol a pleno sol y tomándolo a la sombra. No echaré las campanas al vuelo hasta que pase el tiempo suficiente, pero el esfuerzo merece la pena.

Esta vez se cual es la mala, no podré ponerme negro tizón ni moreno carbón, lo que no deja de ser una anécdota, y la peor, que sigue habiendo gente, mucha, que sigue siendo paciente a la fuerza, paciente de paciencia, no de enfermo al que se cura. Pero sé cual es la buena: si todo va bien tendré más fuerza para seguir en la pelea. El haber logrado el tratamiento no me callará ni me desmovilizará. El cansancio que dicen que provoca el Harvoni no me hará dejar de decir que esto de que jueguen a la lotería con nuesta salud es una vergüenza, ni me aburriré de batallar porque todos los enfermos de VHC tengamos el tratamiento que merecemos, el que nos cura. Todos. A mis compañeros de las plataformas de afectados muchos ánimos y seguimos en la brecha. Ni me rinden ni me desmovilizan. Me dan más fuerza para seguir luchando.

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