Publicado en Diario de Noticias de Álava el 5 de mayo de 2015
“Dime por qué no me gustan los lunes”, cantaba Bob Geldof mientras la adolescente que le inspiró la canción iba camino de sus 25 años de condena. Desde su casa en San Diego, frente al colegio, se lió a tiros con el 22 que le había regalado su padre por Navidad. Disparó durante seis horas. Mató a dos personas e hirió a otras nueve. Cuando tras detenerla le preguntaron el por qué de sus actos Brenda dijo “No me gustan los lunes”.
Hoy son legión los que claman cada semana contra los lunes. Son los que trabajan de lunes a viernes. Para los que no trabajamos y dada nuestra edad tenemos escasos visos de volver a hacerlo de forma regular, el lunes es tan solo un día más. Para los que trabajan los fines de semana ocupándose del descanso de los anteriores el lunes es, probablemente, el mejor día de la semana. Puntos de vista.
A mí el día que menos me gusta es el domingo, y no por el día en sí, sino por sus dueños: los domingueros. No todos los que salen en domingo lo son, pero la mayoría de los domingueros salen en domingo. En todo caso, lo que les hace molestos no es el día ni la cantidad en que se juntan, sino la calidad. El problema no es que haya gente que sólo pueda hacer ciertas cosas el domingo. El problema es que hay gente que cuando hace cosas no habituales las hace invadiendo los espacios que habitualmente no ocupa y rompiendo normas, usos y costumbres, ya sea por mala fe o por ignorancia. No se trata de ser elitistas. El problema es la vocación de elefantes en cacharrería con que invaden merenderos, senderos, bosques y hasta carreteras.
No saludan, tiran basura, no se apartan, agreden con sus colores, con sus voces, con su grosera y prepotente ignorancia dicharachera. Despiertan en uno los más bajos instintos y animan los más turbios sentimientos. Menos mal que en Navidad mis padres no me regalaron un 22. No me gustan…
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