No somos tontos, o si

Me llega una carta. Me informan de que mi tarjeta caduca. Tengo que recogger una nueva tarjeta. Voy a recogerla. Me pregunta la persona que me atiende por datos como mi teléfono o mi correo electrónico. Se los confirmo. No hay cambios. La persona que me atienda me da la nueva tarjeta. Me imprime un documento firmando que doy por recibida la tarjeta. Hasta ahí bien. La cosa extraña es cuando me imprime y a continuación me invita a firmar n documento que según me dice sirve para certificar que los datos que se ha confirmado están bien. Me extraña que estando bien tenga que firmar nada  y leo lo que realmente se me hace firmar. No tiene nada que ver lo que me dice con lo que me hace firmar. Firmo una autorización para que Caja Laboral me pueda molestar por telefono o correo electrónico con comunicaciones comerciales, publicidad, propaganda y servicios varios, preguntas impertinentes y servicios no requeridos. No tengo ganas de propestar. Firmo. Eso si, la persona que me atiende, cuando se ve sorprendido por mi costumbre de leer lo que leo y cuando le digo que me está haciendo firmar algo que no me ha dicho que estaba firmando me dice que puedo rechazar lo que me hace firmar. Lo haré, por supuesto. No tengo ahora mismo ni tiempo ni ganas. Eso sí, nadie se molesta en darme una copia de lo que acabo de firmar. La tendré que pedir.

No soy tonto. Pero me queda muy claro cómo pueden darse casos como los preferentes, los eroskis, los fagores y demás. Me consta después de casos como el de hoy, que se me ha hecho firmar algo sin honestidad y ocultando el objetivo de lo que se firma. Cuando pueda librarme de ciertas cosas acabaré cerrando cuentas como esta. No es ético. Es abusivo y carente de sinceridad. Me da lo mismo que sea una cooperativa, que sea euskaldun o que sea lo que sea. Repito, de tonto lo justo.

 

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