Aburrir no, mejor salir corriendo.

Uno añora, como decíamos ayer, las rutinas en las que los hechos agradables se amontonan. Pero cuando se amontonan tanto que te aplastan en vez de son agradables son cansinas. Esto pasa con las rutinas y con las herramientas también. Hasta con las armas. El fusil era eficaz, pero para convertirlo en fusil de repetición eterna, o sea en metralleta, el problema era, precisamente, la repetición. La repetición constante calentaba el cañón, lo deformaba y además de perder puntería su explosión descontrolada e incontrolable en las manos del que la manejaba podía causar lamentables daños para el que pretendía causarlos con el arma.

Las carreras populares se plantearon como arma de sensibilización, de visualización que diríamos hoy. Y al principio lo conseguían. Y se apuntaba mucha gente. Tanta gente que en la mayoría de ocasiones se podían considerar un éxito. Porque además cada uno de los apuntados o apuntadas tenía familia y amigos que acudían en masa a contemplar el espectáculo del tío julián o la cuñada enriqueta luciendo mayas y dorsal por las calles céntricas de su ciudad. Así que, quien más quien menos se lanzó a la noble tarea de correr para visiblizar su problema. Y así es que cada uno escogió un color y diseñó su logotipo, sus lemas y sus camisetas. Y llegó el momento en el que se acabaron los colores, se amontonaron los lemas y las familias acabaron cansas de tanto ir los domingos a ver pasar al tío Julian o a la cuñada Enriqueta. Y además, para terminar de arreglarlo, vinieron los patrocinadores y pusieron propagando encima de los lemas. Y así es la cosa que por ejemplo hoy mismo la gente se lanzaba a correr para que no haya accidentes (lo que tampoco deja de ser una curiosa contradicción) con la camiseta que patrocina, entre otros una compañía de seguros. A buen seguro le hubiese gustado más al patrocinador un lema del tipo: Tú no arriesgues que así nosotros ganamos seguro. Tú eres el primo que paga la prima y nosotros los que ganamos seguro… Axaaaa! digo Aaarsaaa.

Así que yo, cada vez más, cuando veo una carrera patrocinada salgo corriendo.

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