De cuba traigo un cantar.

Sexta de abono y fin de ciclo. Chucho Valdés y los Afro Cuban Messengers y BuenaVista Social Club.

Esta hubiese sido una espectacular manera de cerrar un festival de jazz si en su 38 edicion el festival de vitoria hubiese sido un festival de jazz, pero dejemos cosas para el resumen gneral y centrémonos en lo que vimos ayer en la jornada de clausura.

Empezó la noche con la aparición de los músicos que han venido animando las calles de Vitoria-Gasteiz estos días. El respetable buscaba un sitio donde sentarse y, consciente de que la animación estaba garantizada con las entradas del program,a no prestó demasiada atención a los músicos callejeros que se retirron prudentemente. Porque a todo esto, ayer hubo entrada de sábado, o sea, como dirían los humoristas aquellos del Un, Dos Tres… “¿cómo estaba el polideportivo? abarrotao”.

Salió Chucho y su gente. Un batería, dos percusionistas, un bajista, un trompeta y él mismo. La base rítmica muy por encima del efecto batucada. Por si era poco, cuando el trompetista no tenía más que hacer con la baqueta daba golpes. En todo caso a veces sería bueno explicar al respetable que, en un solo de batería o de percusión, el silencio es a veces parte del ritmo, que su única misión no es dejar sitio para que el respetable jalee, aplaude y diga uuuu uuu cuando oye dos golpes seguidos de caja.  El bajista, que luego veríamos tocando el piano con la buenavista, se mostró muy a la altura. Un par de buenos solos, en especial el que tocó tras el tango en uno de los temas de la película calle 54 certificaron que era algo más que un acompañante. Y de chucho que voy a decir. Es grande. Muy grande. Tan grande que fue grande solo y enorme acompañando luego a Omaita Portuondo, con su boina y todo. Se me suele hablar a menudo de Fusión, y yo suelo hablar de confusión de conceptos. Ayer Chucho dejó un claro ejemplo de como la fusión si no se engaña ni se confunde es posible y hasta memorable. Para mi recuerdo queda el tango que “liquó” junto con cha cha cha, jazzz y musica africana y todo lo que fuese. Otros repasos por la musico afrocubana nos ofrecieron preciosos itinerarios en los que pasabas por diferentes músicas desde las tierras de África a los ecos de Orfeo Negro. En resumen, encantado. Para mi gusto de lo más mejor que se ha oido en est edición, y de lo poco que ha tenido un cierto nivel de Jazz o algo parecido.

Y llegó la diversión, llegaron esta tropa de comandantes y mandaron bailar. De cuba trajeron un cantar y el son se hizo dueño del pabellón. Todo un recordatorio de que la edad es poco más que un concepto convencional capaz de subvertirse nota a nota. Y eso que algunos están muy mayores, y algunas también. Tierno ver a Omaita Portuondo. Simpático ver a Barbarito, impresionante Eliades y muy en su sitio Aguaje Ramos. Los menos mayores a muy buen nivel, desde el pianista que parecía que compartía sastre con Miguel Poveda a la joven Idania, y hasta a la voz de Carlos Calunga. Para rematar el show y el cantar mágico de una noche cubana los afrocuban messengers que había traido Chucho se sumaron a la fiesta y fue precioso ver dando relevos a los músicos de la buena vista en una fiesta en la que todos, incluidos ellos, nos lo pasamos bien, y eso se nota. Emotivo oir chan chan, dos gardenias, y tantos y tantos temas que son temas de siempre, que saltan generaciones mientras algunos genios los tocan y los cantan para una generación tras otra. Un concierto de esos en los que uno, aún con una edad y parte de la otra va camino de casa terminado el concierto pensando que, cuando sea mayor, quiere ser un buenavista social clubista.

El año que viene más y mañana el resumen  y balance general del 38.

 

 

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