Dos amigos y Carlos…

Hace años, cuando los recios coñacs aún se anunciaban y la tele acogía en su seno cosas tan dañinas como el brandy y no todos esos senos indefensos y a veces indefendibles con que nos acosa este nuevo sexum et circemses de los estertores del decadente imperio franco germano de occidente, hace años, decía, había un eslogan muy ingenioso que decía… Dos Amigos y Carlos… El tercero.

Me acordé el otro día, al ver en el extracto de mi cuenta, por fin, el ingreso de los 50 € de premio por el plan Amigo convertidos en 39,5€. Y es que tal como van las cosas, ya es imposible hacer nada en pareja, porque siempre acabamos convertidos en trío. El que paga, el que cobra y Carlos, el tercero. Carlos si, el de los dedos largos, el heredero del Santo, de San Carlos que se hizo banco y luego hacienda y que hagas lo que hagas, por si acaso, se te lleva no el 2 ni el 1 por ciento, no, se te lleva el 21%. Pero no te preocupes eh… luego cuando hagas la declaración ahí estará eh.

De manera que los hijos de Montoro han aprendido que lo suyo es tener el dinero en el cesto y luego si eso devolverlo. Y aquí estamos el común de los mortales, los parias de la tierra haciendo lo que no hacen los bancos a los que salvamos con nuestro sudor y el trabajo que nos quitan o nos malpagan. Porque esa es otra. Que somos los pobres los que financiamos a los ricos a los que el gobierno financia. El gobierno que nos retiene más de un quinto de nuestros ingresos que acabamos cobrando en algunos casos no a 30, ni a 60, ni a 180, sino hasta a 22 meses. Ole sus huevos. Y si no echemos cuentas. El 21% de lo que debería cobrar por una columna escrita en enero de 2014, lo  cobraré, previa declaración de la renta, inspección fiscal y trato de autónomo allá por el mes de octubre de 2015, 22 meses más tarde.

Y eso hablando de trabajo, pero lo mejor es cuando Carlos, el de los dedos largos, como decía al principio, se te apunta también a los premios y demás homenajes e intercabios amistosos… Y es que, definitivamente… ya no hay intimidad ni confianza en el contribuyente, hay truhanes y filibusteros, comerciantes en el templo de nuestras contribuciones…

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