Coyunturas estructurales

Estaba escribiendo un apunte para este blog, y al final me ha salido una columna para mi #Arbolario en el diario de noticias. Se publicará el martes que viene. Hoy es jueves. Puede parecer mucho tiempo, pero esto es Vitoria. Vivir en una ciudad previsible tiene sus ventajas para el columnista. Y eso que tampoco es que sea un signo distintivo y excluyente de esta ciudad. Desgraciadamente el mundo en el que vivimos se va haciendo demasido previsible. Se visten las cosas con ropas nuevas pero por debajo seguimos con los mismos trapos sucios de siempre a vueltas.

En Vitoria sin embargo, este rasgo es especialmente evidente. Aquí Heráclito nunca tendrá una calle, porque si en el resto del universo es aplicable aquello de que lo único constante es el cambio aquí se tiene a veces la impresión de que lo único que cambia es el momento en el que sigue pasando lo mismo de forma constante.

Pasan los años y los debates permanecen, a menudo mantenidos por otros y ya no por los mismos. Podemos verlos en óleo, en blanco y negro, en color, en super 8, en beta o en youtube. Cambia el soporte pero seguimos soportando el mismo discurso. Los interlocutores se retiran o mueren, pero los que vienen siguen diciendo lo  mismo. Un columnista vitoriano puede tener en la reserva una columna sobre treviño, otra sobre Garoña, otra sobre Foronda y hasta incluso una sobre la estación de autobuses, el ferrocarril, y el templo de las artes escénicas, y seguir, como el Cid, publicando columnas de actualidad durante años una vez muerto.

Mi columna del martes que viene habla de un cenit de provincianismo que estamos viviendo ahora mismo. Pero como tampoco pone nombres, valdrá para el martes que viene y posiblemente para un martes cualquiera de dentro de unos años. Llevamos siglos así y no veo yo que nos urja la necesidad de cambiarnos. Aquí las coyunturas son estructurales, vivimos una cultura estructuralmente coyuntural.