Publicado en Diario de Noticias de Álava el 31 de diciembre de 2013
Otro año no sé, pero mañana, de fijo, será otro día. Eso es cierto y el resto son leyendas urbanas o rurales, convenciones mejor o peor intencionadas. Mientras lees estas líneas yo estaré dando vida a la leyenda con la que me crió mi abuelo año a año. Bajaré del tren poco antes de cenar buscando a ese niño que mira a todos los viajeros tratando de descubrir al que lleva en la cara más ojos que días tiene el año. Esa y otras eran buenas leyendas y convenciones bien intencionadas. Escribir cartas también lo era. Pero las postales de Unicef nos hicieron dejar el boli justo para los sobres. Con los programas de etiquetas dejamos de escribir hasta las direcciones. El email nos hizo dejar en el kiosko las postales y los sobres y con el facebook ya ni elegimos a quien. Ponemos algo en el muro y el que quiera darse por aludido que se dé.
Eso sí, viendo lo que compartimos a golpe de click, estos días todos somos buenos, solidarios, responsables, combativos, justos y hasta comprometidos. Lo somos tanto estos días que si lo fuésemos un poco menos pero más de verdad el resto del año es posible que nos sobrarían deseos y nos faltarían motivos para felicitarnos. Porque el mundo, igual que nuestra adicción al tabaco, no se arregla con un día al año, sino con años y años día a día. Los años nuevos y felices no se construyen en photoshop o en power point, ni se conquistan en guassap. Se trabajan cada día, con más verdad, esfuerzo y compromiso silencioso que ingenio vacío y sin concretar.
Hoy todos cenaremos, algunos beberán y hasta habrá quienes se empolven para el cotillón. Pero mañana, cuando este periódico siga en la mesa porque nuevo no hay, no será más que otro día. Uno más para empezar a cambiarnos o para seguir quedándonos igual. Feliz día nuevo, que lo luches con salud o sin ella, pero que lo luches para no dejarte olvidada la razón.
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