Insolidarios

Hoy tenía que ir a Lanbide a presentar más documentación. Un trámite que se inició allá por Junio y en el que seguimos, mes a mes, y estamos ya en octubre, para resolver un expediente de solicitud de una ayuda de emergencia (?) Pero ese es otro tema sobre el que hablaremos cuando se concluya el expediente. Ahora a lo que vamos es a la actitud de uno de esos insolidarios que, amparado en su puesto de trabajo, y posiblemente cubierto por alguna circular interna, se confunde de amigos y de enemigos, se confunde de posición en la vida y en definitiva, y en general, se confunde.

Se me solicitó una documentación bancaria que tenía que aportar hoy a la mañana. Como para ello debía llevar cumplimentado un modelo que me suministraban en Lanbide pasé por allí, me lo dieron y con el papel en la mano me dirigí a una oficina de la entidad, en este caso KutxaBank, antigua Vital Kutxa, con la que entre cuentas como titular, cuentas como autorizado, hipotecas, seguros y demás tengo abiertos no menos de 7 frentes. Siete veces siete que  soy cliente, una más de los seis toros seis que  se torean a las tardes. El caso es que tras esperar paciente mi turno el simpático trabajador escucha mi solicitud y tras preguntarme por la oficina en la que se abrió la cuenta me dice que tururú, que no me atiende. Y yo le explico que no puedo desplazarme a la oficina, porque está en la Puebla de Arganzón a 17 kilómetros, y no dispongo de vehículo. (Luego pienso para mí que habida cuenta de que es martes igual por la politica de “ajustes” aunque tuviese coche no me valdría para nada, porque no abre todos los días y no recuerdo si el martes toca). Le insisto en que me atienda, porque soy cliente de la entidad, no de la oficina y porque en otras oficinas de la entidad me han atendido sin ponerme pegas, y me contesta con cierta displicencia y un nada disimulado orgullo de ser el tan trabajador como yo parado sin recursos, que ese no es su problema que son sus órdenes y que además no está ahí para trabajar para lanbide sino para sus clientes, como si yo no lo fuese, como si fuese un ujier de Lanbide.

La medicación que tomo me hace no estar para aguantar chorradas, así que tras un par de juramentos me voy a otra oficina donde efectivamente me atienden. Muy bien por cierto, tan bien que hasta me animo a coger una hoja de reclamaciones y presentarla hoy mismo.

A la entidad le digo que mal si emite esas directrices, y al trabajador le digo que peor si las cumple, pero peor aún si en vez de pedir refuerzo a su empresa para atender una mayor carga de trabajo dada su situación junto a una oficina de Lanbide se olvida de que los que a él nos dirigimos somo clientes, no intrusos, que no pedimos extractos de cuentas por capricho sino por necesidad, y no nos hace felices hacer colas aquí y allá para pedir ayudas dada nuestra situación económica. Que nadie nos puso ningún pero cuando hacíamos ingresos en nuestras cuentas, fuese la oficina que fuese, ni nadie nos llamó para ver como íbamos cuando empezamos a tener problemas con las hipotecas que tan alegremente nos dieron. Al trabajador le digo que se cuide, porque como le reconzcamos algún día en las colas de Lanbide, cosa de la que cada vez estamos menos libres estemos donde estemos, que se prepare para no recibir amables “pase usted primero”, sino todo lo contrario.

Y no me extiendo más que tengo que sellar una queja.

 

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