Sol y sombra

37 edición #JazzVitoriaGasteiz. Los Angeles Crenshaw Gospel Choir.

Ya se acabaron las previas y se inició el festival. Un inicio festivalero. Como viene siendo habitual el ciclo jazzístico vitoriano y gasteiztarra arranca con las debidas bendiciones al grito de Hallelujah, Amen, Hallelujah!! y terminará si el tiempo no lo impide y la autoridad lo permite con los consabidos olés!!

Este año el “Gospelazo” le ha tocado en suerte a Los Angeles Crenshaw Gospel Choir, un grupo legendario aunque su leyenda venga por la recreación de su historia más que por su historia misma. Su génesis y su maestra de ceremonias son las que inspiraron a Whoppi Goldber en una de sus películas corales, y nunca mejor empleado el término.

La cosa fue tal como era previsible. Divertido y así. Los uniformes vistosos. Las coreografías esperadas. Las voces armoniosas y armonizadas. Los lances de recibo brillantes. Con el coro estirando los brazos en espirituáles verónicas de color negro se inició la faena. Pero una vez visto que el toro del público estaba dispuesto a embestir a todo lo que se moviera, siempre que tuviese opción de pedir música y dar palmas, la diestro y su cuadrilla pasaron por unos momentos confusos. El trasteo buscó el purismo, y la gente quería el salto de la rana. El Gospel se fue haciendo soul e incluso Jazz en el sentido más tradicional del término. Fueron unos impases y compases de la categoría seta o rolex. Ni era el Gospell bullicioso que el toro esperaba, ni el jazz alcanzaba la categoría que el exigente tendido siete entiende como conveniente para un festival de nuestra altura. Si venimos a dar palmas y airear los traseros despegados de las sillas venimos a lo que venimos.

Pero el trasteo se vino arriba, y el salto de la rana, los pases circulares agarrandose a los lomos, y todo el repertorio de cosas que gustan al publico consiguieron en el tramo final de la faena el objetivo conjunto: divertirse, levantarse y bailar. Un bonito espiritual negro, de los de negra con voz rompecristales y pon carne de gallina con coro de negros a golpe de uuuuuuuu yyeeeeee abrió la “txanpa” final. ¡Ohhh Happy Day! La gente de los tendidos de sombra, numerarios e invitados ilustres, contemplaba el espectáculo arriba y abajo del escenario como su categoría aconseja… sentados. Los tendidos de sol, en cambio, se levantaron en masa, y sólo la crisis terminó con el espectáculo cuando, llegado un momento clave, todo el coro se lanzó, discos en mano a inundar el pabellón con su top-túnica y llenar un poco su particular cepillo, afán comercial que, por cierto, puso al público en desbandada e imposibilitó la posibilidad de un bis de cierre.

Hoy Maalouf y Frisell nos ofrecerán otra faena, posiblemente bien distinta.

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