Parece que fue ayer

Parece que fue ayer cuando empezó el 2013 y ya estamos a 2. Como el uno no hay periódico, parece que el 2 hay periódico por partida doble y mientras debatimos si hacer caso a las promesas y miramos confundidos e indecisos el cigarro y el bono del gimnasio, la prensa nos devuelve a la realidad. Nuestros propósitos no los cumpliremos, pero ellos si cumplirán sus amenazas. A la resaca de los fastos llegan los nefastos anuncios de subidas y bajadas. Por resumirlo digamos que todo lo que su pone un ingreso para nosotros baja, ya sean sueldos, pensiones o subsidios, y todo lo que es un gasto sube, ya sea peaje, carburante, energía o tasas varias. Para más Inri el estado nos pone a financiarlo queramos o no, y aquí estamos algunos “inversores” esperando a que nos devuelvan lo que nos retuvieron en 2011.

Parece que fue ayer cuando levantábamos las copas espumosas y aquí estamos al día siguiente bajando los cascos y recogiendo confettis. De fondo suena la radio o la tele y uno tiene la tentación de volverse a la tienda y comprar más espumoso para soportar tanta realidad llegada de golpe. Porque a nada que esté uno despejado lo que oye no deja de resultar chocante. En el mismo informativo conviven balances de siniestralidad en carretera, llamadas a la responsabilidad y la prudencia, indicación del numero de positivos en controles varios y de pronto surge la esperanza y nos suelta una hagiografía de un conductor negligente y con un amplio historial en tropelías viarias la última de las cuales tuvo el resultado de varias muertes. Yo no sé en que andan las asociaciones de víctimas vrias, pero algunos irresponsables públicos debieran de ser más consecuentes, y hay figuras que no pueden ni deben ensalzarse. No es muy congruente que desde los mismos sectores que reclaman con frecuencia endurecimientos de penas, carcel y policías como única solución se exculpe y hasta se ensalce y se ponga como ejemplo de heroismo y de lucha por la libertad a personajes como éste del que hablamos. Yo no creo en la carcel como panacea, pero tampoco en los altares en los que no habitan santos sino demonios. ¡Qué demonios! ¡Y parece que fue ayer!

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