Confesiones de un joven novelista. Eco, Umberto

Tí­tulo: Confesiones de un joven novelista.
Autor: Eco, Umberto
Origen: Italia, 2011
Edición: Lurmen/Futura. Navarra, 2011
ISBN: 978-84-264-1942-2
Adquisición:  Lo compré, en elkar un 2 de septiembre de 2011
Terminado de leer en verano de 2012
Mi referencia : 00103-A
Comentario: Tengo debilidad por Umberto. Tengo ganas hace tiempo de dar el salto a la escritura de relatos. Tengo interés por la literatura se mire por donde se mire. Tengo pasión por la narrativa. Con todos esos ingredientes, fue ver el libro y comprarlo. Luego lo leí lentamente. Y luego saqué mi impresión al respecto.

Como digo muchas veces esto de ser laico hay que llevarlo al día a día como una actitud vital. No se trata de trasladar de una a otra cosa la esencia divina, sino de prescindir de ella. Quiero decir que, la debilidad que siento por Umberto no me va a llevar a decir que es bueno lo que no lo es, ni tan siquiera a hablar de lo bueno y olvidar lo malo.

En el caso del libro que nos ocupa, me da que, si soy sincero, le deja a uno con esa sensación de libro de encargo que se soluciona con más refritos que fritos. Tiene un buen arranque, que cuadra con lo esperado, pero pronto transita hacia otro terrenos y va perdiendo el pulso con el que empieza. De los cuatro capítulos que tiene me han gustado los dos primeros. Pero a partir de ahí me ha ido desencantando, para llegar a terminar por aburrirme en el cuarto y último. Una de dos, o nunca debí comprarme el libro sobre las listas que el mismo autor escribió, o él no debería haberlo aprovechado para convertir lo que es un buen y breve ensayo en un libro de 200 páginas. Más aún cuando el número de páginas engorda a base de reproducir como ejemplo una tras otra enumeración. Para el que no haya leido nunca a Eco el libro puede sonarle a nuevo, aunque precisamente por las referencias que tienen a su obra no necesariamente le resultará comprensible. Para el que si que le ha leido contiene demasiado relleno que resulta conocido.

En resumen… que no hay que dormirse en los laureles ni explotar la fama, y eso vale para cualquiera, incluso para un joven novelista.

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