Vayamos por partes

Esta frase, que tradicionalmente se atribuye a Jack el destripador, me puede servir de base para hacer algunas reflexiones rápidas, y varias de ellas reiteradas, sobre lo visto esta semana en los alrededores de Neptuno. El dios marino tuvo que asumir el patronazgo de estos hechos y dejó compuestos y sin muchedumbre a los leones de las cortes, uno de los cuales, según parece, resulta que no tiene huevos. Curiosa coincidencia.

Y es que, como decía… vayamos por partes.

A nadie cabe la duda, bueno, a algunos sí, de que tanta gente en la calle dispuesta a jugarse el físico quiere decir algo. El problema, entiendo yo, es que no se tiene muy claro qué quiere decir, ni qué se quiere decir.

Parecen muchos coincidir, y hasta yo mismo coincido, que lo más genérico en que puede estarse de acuerdo es que quiere decir que la gente está harta y en que la gente quiere decir que esta harta.

Pero dicho esto yo, personalmente, empiezo con mis sombras. Vale, estamos hartos y no lo ocultamos, ¿Y ahora qué? ¿Para qué lo decimos? ¿qué vamos a hacer? ¿con qué objetivo final? ¿con qué objetivos intermedios? ¿en qué orden vamos a conseguir éstos? Y me da que, enredados con las partes como estamos, las respuestas se diluyen.

Al final acabamos discutiendo sobre si la policía es más o menos bruta. Sobre si la manifestación es más o menos grande. Sobre los infiltrados. Sobre lo que es la provocación y lo que es la respuesta. A veces parece incluso que el objetivo no es otro que demostrar que podemos decir que estamos hartos sin causar daños al mobiliario urbano, ni crear conflictos, ni tan siquiera alimentar el morbo informativo con imágenes de cargas y persecuciones. Leía incluso el otro día que se vendía como un éxito el hecho de que los antidisturbios calzasen gorra en vez de casco. Eso sí, de acercarse al congreso ya ni hablamos. No sé, me da que este empeño en demostrar la capacidad del protestar sensato, lejos de asustar, tranquiliza al protestado por más que permita al protestante lucir con orgullo democrático su sensatez y hasta su ciudadana urbanidad responsable.

Gastamos las energías de la gente yendo una y otra vez a jugarnos los cuartos sin tener claro a que estamos apostando. Y eso, puede que incomode, pero no amedrenta a aquellos contra los que en principio luchamos.

Yo no quiero alargarme, pero tengo la impresión de que, por ejemplo, sería más facil hacer abdicar al rey que dimitir al gobierno. Que sería más sencillo, empezar por algo concreto hasta conseguirlo que resolverlo todo de una sensata sentada. Pero claro… lo mismo es que soy más revolucionario que ciudadano… Yo en cualquier caso me dejaría de rodear el congreso y, ahora que se acerca el invierno, me centraría en tomar el palacio.

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