Eramos pocos y parió la abuela. A nuestro desdoblamiento personal que nos hace ser personas físicas, humanas, jurídicas y hasta grandes o pequeñas personas ha venido ahora a sumarse la posibilidad de ser personas 2.0.
Cuando uno dice persona parece que ha dicho ya bastante como para que todos le entendamos, pero no. No es así y cada vez es menos así. Hay personas y personas, siempre las ha habido y cada vez las hay más. Hay de hecho más personas que individuos. Puede que sea fruto de nuestra sacrosanta tradición cultural apostólica y romana que empezó ya hace siglos a liarnos con entes que se personifican por triplicado sin dejar de ser el mismo, pero el caso es que hasta hace poco uno era varias personas al mismo tiempo y ahora es todavía más.
Uno era en principio una simple persona, a la que el mero hecho de existir como algo material convertía en persona física, y el hecho añadido de ser consciente de ello y poderlo expresar con un lenguaje articulado le convertía ya de por si en persona humana. La complicación del lenguaje ese que habíamos articulado fruto o causa, no sé bien, de la articulación más complicada del sistema social hizo que pronto fuésemos además de personas y personas humanas, personas jurídicas. Esto podíamos serlo de forma individual o colectiva, pero en todo caso abría una nueva dimensión a nuestra personalidad permitiéndonos ser nosotros y no serlo en función del contexto jurídico- económico-legal.
Llegó más tarde la necesidad de desgenerizar el lenguaje y la persona adquirió una nueva dimensión. Dejamos de ser ciudadanos o ciudadanas, presos o presas, altos o altas y nos convertimos por arte y magia de la corrección político-verbal en personas ciudadanas, personas presas, personas altas y personas lo que sea. Y todo ello sin necesidad de irnos del pueblo a la ciudad, cambiar de lado respecto al muro de la prisión o crecer un solo centímetro.
Y el caso es que a toda esta complicación personal ha venido a añadirse una nueva perspectiva de desarrollo personal. La persona 2.0.
La persona 2.0 puede tener nombre o no tenerlo. Puede tener cara o no tenerla, y aún teniéndola puede que sea la suya o puede que no. La persona 2.0 en su vertiente anónima puede decir lo que en su versión humana, física, y sobre todo jurídica nunca osaría decir. Puede también ser audaz aun cuando una vez desvirtualizado resulte más bien apocado o timorato. Puede ser sexy y hasta jugar a ser un playboy o una playgirl aún cuando luego resulte ser calvo, teñida, barrigón o fondona. No importa mucho cual sea su tono de voz, porque el teclado no lo registra, ni que sea soso o salado, dulce o amargo. La personalidad 2.0 lo soporta todo. Soporta incluso a los bipolares, tripolares, cuadripolares o desdobles múltiples varios. La persona 2.0 permite a la persona física o jurídica multiplicar ad infinitum el misterio de la santísima trinidad y ser de forma simultánea un número indefinido de personas en una misma. La persona 2.0 dota al individuo de un perfecto escondite donde ocultarse de uno mismo.
Pero no todo es negativo o alienante en la persona 2.0. La persona 2.0 siempre puede ser también una prolongación de lo que una persona debe ser: buena persona, auténtica, honrada, variable y hasta humanamente inconsistente, incongruente e incoherente. La buena persona 2.0 puede equivocarse y hasta reconocerlo. Puede cambiar de humor y de amor, de genio y figura, de opción y de opinión y hasta de cara, cuerpo y figura. Eso sí, la buena persona nunca usará ninguna de sus variantes posibles para dejar de ser lo que es, buena persona en lo que de persona es, en lo físico, en lo humano, en lo jurídico y hasta en lo 2.0.
Nota: Como mejorar se basa en atender los buenos consejos, y más aún cuando se piden… voy a intentar ajustar la longitud de mis posts. según he leido una extensión media se considera entre 400 y 900 palabras, así que, por hacerlo más medio aún voy a intentar acercarme lo más posible a la mitad del medio, es decir… 600 palabras poco más o menos. Si hace unos día decía aquello de… ¡aburrir no! voy a empezar por aplicarme el cuento
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