Los mineros

Llevo dí­as dando vueltas al tema de la revuelta de los mineros en Asturias y León y sigo sin tenerlo claro. Es más, tengo la impresión de que nunca lo voy a terminar de tener claro así­ que voy a decir así­ en plan rápido y desordenado lo que pienso.

En todo caso hay básicamente dos cuestiones sobre las que reflexionar. Por una parte está el contraste que hay entre el tratamiento del asunto por parte de los medios convencionales y su presencia en las redes sociales y por otra el asunto en sí­. Como en muchos casos ocurre al final una y otra convergen en una tercera cuestión que está por encima de ambas y que nos viene a hablar de la propia identidad de la izquierda en la europa del siglo XXI.

Una vez más los medios cumplen más su papel como mediadores que como informadores. La socialización, fina manera de describir los métodos y mecanismos de preservación del orden, ha pasado de la escuela a la prensa. No hay prensa combativa en lo esencial. Como si de una reedición de la guerra frí­a se tratase los medios eligen según su matiz dentro del arco. Conflictos localizados y limitados para expresar o intentar poner de manifiesto sus “discrepancias”. Los asuntos troncales quedan fuera del debate. Suenan aquí­ los ecos de esa presunta Razon de Estado, de responsabilidad cí­vica y de tantos otros eufemismos que esconden el nulo deseo de transformar la realidad. Pero es que en la contrainformación que utiliza las redes sociales viene a pasar algo de lo mismo pero al contrario.

Aplicando el psiconálisis al flujo de mensajes de apoyo a los mineros se ve un mucho de ensoñación romántica y un poco de razón de fondo. ¿A qué revolucionario no le evoca imágenes amigas la estampa del minero con su cara tiznada? ¿Quién no recuerda sus tiempos mozos o sueña con los de sus mayores al ver los tubos lanzacohetes, las barricadas, los pueblos en pie de guerra?

Pero en pocos sitios, y voy entrando en la segunda reflexión, oigo, leo o veo algo relativo al sentido que tiene seguir explotando minas de carbón hoy en dí­a. Minas que porducen un carbón de baja calidad y dificil de extraer. Minas que a buen seguro generan resí­duos. Minas de carbón que una vez quemado liberará en la atmósfera carbono que hasta entonces estaba soterrado. Minas que en su mayorí­a son estatales y por cuya explotación pagamos más que cobramos. Minas que son el resto de lo que fueron.

Tengo la impresión de que si apareciese una veta de semejante riqueza en digamos…. Elorrio, se generarí­a una fuerte oposición ecoizquierdista en caso de querer ser explotadas. Es un poco, y perdoneseme el sí­mil, como si de repente nos viésemos planteando una revuelta social con oleadas de simpatí­a a los trabajadores del sector armamentí­stico del paí­s cuyo desmantelamiento por otro lado reclamamos.

Me consta además que, desde hace años, muchos años, se han destinado grandes cantidades de fondos públicos a la sustitución de la minerí­a como elemento económico de Asturias principalmente. Via fondos de formación del Inem, ví­a partidas de incentivos para creación de empleo etc. etc. A fecha de hoy no se si deberí­a pelearse por mantener lo inmantenible o por dar de una vez carpetazo a lo insostenible.

A veces me recuerda al conflicto laboral que se planteó en los alrededores de Garoña cuando se habló del cierre de la central. Desde su apertura han recibido los municipios cercanos una provisión de fondos de la que no disponen muchos otros municipios, y en vez de usar esos caudales en ir construyendo una alternativa para seguir teniendo algo que hacer una vez cerrada la central se han construido grandes ayuntamientos y bonitos parques y cosas por el estilo. Muchas cigarras y ninguna hormiga. Y claro, ahora llega el invierno y no tenemos más que la guitarra.

En definitiva, que aunque no sea muy popular no siempre las reivindicaciones son justas o están bien planteadas por el hecho de ser reivindicaciones obreras. No siempre la simpatí­a y la emotividad son suficientes. Ser revolucionario en el siglo XXI es serlo hoy. No basta con soñar revoluciones pasadas, ni con pensar que volverán los tiempos del abuelo que cantaba Victor Manuel. Ya no es el patrón el que espera en la bocamina. El futuro tiene que ser nuestro, pero para eso es necesario que dejemos de disfrazarlo de pasado.

1 comentario

  • MAIKEL dice:

    Siento ,en esta ocasion no estar de acuerdo contigo.
    Creer que en unas decadas se puede cambiar todo un pueblo,sus costumbres y su forma de vida ,a base de ”ayudas ”y subvenciones es como creer en el milagro de los peces y los panes.
    Cada dia consumimos mas y mas energí­a.De algún sitio habrá que sacarla.Hace 8 años que se sabia que esto ocurrirí­a,y hace cuatro que se tapo en falso.
    Personalme pienso que no es el momento de desmantelar mas ,el tejido laboral que tenemos.
    La banca ha sido rescatada varias veces.Y nadie dice nada.

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