Demudado

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 17 de abril de 2012

Se lí­a uno a hacer mudanzas y acaba uno demudado. Al contemplar la pila de cajas y enseres varios caóticamente apiñados en las partes centrales de los cuartos que no son aún habitaciones uno tiene una sensación parecida a la del viajero que mira su maleta mientras espera en la cola del mostrador aeropuertuario y se pregunta por la cantidad de cosas que posiblemente se le hayan quedado fuera de la maleta.

Lo peor es la caja negra. Ese cacharro en el que descansa tu vida entera y que sin sus cables no sirve para nada. Hay quien le llama ordenador. Yo prefiero llamarle ordenable, porque lo que es ordenar no ordena nada. El caos que contiene es cosa de uno. Lo que si que sigue funcionando, porque no necesita baterí­as, es el calendario “analógico” pegado con celo junto al monitor que no monitoriza nada porque está, como el resto de cajas, enseres y artefactos, tan apilado como desenchufado. Es el que te indica que hoy es lunes y que mañana es martes y que, como bien sabe uno, los martes toca columna, y es lo que tienen las columnas, que hay que escribirlas.

Así­ que, visto lo visto, cuando a uno le vuelve la color y recupera el pulso, se olvida de lo demudado que está y se pone a darle a las teclas de un ordenador prestado. Y es entonces cuando surge la pregunta, la gran pregunta. ¿Y ahora de qué escribo? ¿De caderas y elefantes? ¿De pies agujereados? ¿De infantas nefastas y cuñados chocantes? ¿Del IBI eclesiástico? ¿De los candados de las bicis? ¿Del invierno que ha vuelto cuando ya no lo esperábamos? ¿Del musgo que no termina de reverdecer nuestros laureles? ¿De lo curioso que resulta construir un nuevo Errekalehor y llamarle Arkaiate a la vez que intentamos derribar el Errekalehor que ya tení­amos? ¿De la estupenda planificación movilizable con la que vamos a conseguir que para ir en tranví­a de Obispo Ballester a Honduras haya que darse una vuelta por toda Vitoria, General ílava incluida? ¿De si dedicamos Izarra a un gran proyecto o hacemos un parque temático en el que rodar una serie televisiva de adolescentes hechos vampiros? ¿De si el Alavés se merece o no aspirar a ascender? ¿De si el Buesa recién ampliado se queda grande o pequeño? ¿Del sexo de los ángeles? ¿De la cuadratura del cí­rculo?

El caso es que cuanto más vueltas le da uno, y más mira el ordenador tumbado, llegas a la conclusión de que al final siempre hablamos de lo mismo: de uno mismo. Ahí­ lo dejo, pero en cuanto demude mi semblante me pongo manos a la obra y hasta lo mismo escribo de algo.

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