No es la guerra

El estado moderno, como una forma más de prolongar la polí­tica que dirí­a Clausewitch, movilizaba sus recursos, humanos, divinos y materiales y partí­a a derrotar a su enemigo. A menudo se trataba de neutralizar a la parte humana del enemigo, y tampoco a toda. La otra parte podí­a ser útil. Algo parecido ocurrí­a con los recursos materiales. Se trataba de asfixiar l enemigo hasta que se rindiese, pero de tener cuidado en no destruirlo todo para no ser los flamantes conquistadores de un desierto quemado. Los recursos divinos estarí­an tan atareados en el consuelo de los derrotados que no hací­a falta encargarse de ellos. Eso en lo que erspecta a las guerrs de conquista. Cuando de lo que se trataba era de neutralizar una amenaza exterior entonces si que la destrucción era lo más total e intensiva posible en todos los frentes, el humano, el material y el divino.

A veces nos plantean la actual crisis económica como una guerra entre los estados y los mercados. Asistimos a diario a la informací­on sobre el asunto como si de partes de guerra se tratase.

Desastre en Grecia. Tras intensos combates los mercados dominana ahora grecia. Los aliados han abandonado el territorio griego y han planteado una amplia lí­nea de defensa en la que esperan la llegada de los mercados. Los mercados continuan su avance tras superar por el flanco italiano las lí­neas de defensa italianas. El reino de España comienza a recibir los primeros bombardeos de la artillerí­a de los mercados, lo que anuncia de la cercaní­a del grueso de su ejército. De momento las defensas aguantan aunque las posiciones fortificadas están siendo debilitadas por los ataques. Detectadas avanzadillas y cuerpos expedicionarios de los mercados tras las lí­neas de defensa aliadas que indican la intención de los mercados de proseguir su avance desde el sur rodeando el núcleo austriaco para aproximarse a Alemania desde Francia…

Podrí­a ser algo así­, pero tengo la impresión de que no lo es. Y la tengo básicamente por una cosa… en ninguna guerra se dedican los recursos propios a comprar armamento para el enemigo, y sin embargo es lo que estamos haciendo aquí­. Que vienen los mercados a por nuestro dinero. Pues les damos más. Que no contentos con ello quieren más… pues se lo damos otra vez. Que ya no podemos darles más directamente… pues nos inventamos un truco y se lo damos a través del FMI. Y el caso es que cada vez es más evidente que los mercados lo único que quieren es dinero, y que no sotros se lo damos. Y se lo damos además por dos frentes… toleramos sus ataques para que sean mayores los intereses que tenemos que pagar por el dinero que nos prestan para poder ir tirando (y pagar los intereses claro está) Y de resultas de ello curramos como negros no para generar riqueza y bienestar, sino para estar cada vez más arruinados. Pero es que además, cuando los mercados tienen un tropieza y hasta pueden quedarse sin dinero para seguirnoslo prestando, en el colmo de la estulticia o de la perversión qué es lo que hacemos… usamos nuestro dinero para sanearlos e inyectrles la liquidez que necesitan para seguirnos esquilmando.

Esto no es la guerra. No al menos tal como la venden ellos. Los aparatos institucionales de los estados han pasado de dirigir sus recursos para defensa de sus ciudadanos a ponerlos en manos de ellos mismos o de los mercados. Y el único fin es esquilmarnos y devolvernos a la condición de proletarios que paraece ser que lguno opina que nunca debimos perder. Los estados son o bien el enemigo o bien al menos su colaborador necesario.

Nosotros asistimos embobados a este simulacro de guerra que nos hunde porque parece que aún no nos hemos dado cuenta de que nuestra guerra es otra. Nuestra guerra es la que debemos librar contra los mercados y quienes les apoyan, se llamen bancos o se llamen estados.

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