Dinastia interruptus

Cuando me planteé este blog, y de eso van ya más de cinco años, lo hice con varios objetivos, y uno de ellos es el de usarlo como algo arecido a un repositorio de apuntes sobre temas a desarrollar con mayor extensión. Este de hoy es uno de esos.

La cosa surgió por accidente mientras leia un libro que te va explicando Parí­s haciendo un recorrido por su historia, de forma que vas visualizando como va evolucionanado la ciudad y puedes así­ oner cada edificio y cada lugar en su contexto histórico. Bonito ejercicio que te permite comprender el conjunto y a la vez contextualizar cada una de sus partes. Pero volviendo a lo que iba, y hablando de la boda de Luis XIV, se encuentra uno una simpática referencia histórica que me voy a permitir reproducir:

En 1659 Mazarino y el representante español Luis de Haro firmaron la paz pr el Tratado de los Pirineos, en el cual se concerta la boda entre Luis XIV y la infanta Marí­a Teresa, hija de Felipe IV. El documento establece la renuncia del Borbón a cualquier derecho sobre la corona de España, a cambio de una dote de 500.000 escudos de oro que ha de aprotar la novia. El sagaz cardenal sabe que, a la casa de austria, exhausta por los gastos y deudas de guerra, le resultará imposible reunir la cantidad, con lo que se mantendrán de facto los derechos de Luis XIV a la Corona española. Esta posibilidad, aparentemente virtual, permitirá más tarde qque un nieto del soberano francés inicie la dinastí­a borbónica en España, al ocupar el trono como Felipe V.

Mira que curioso, pensé yo… el primero de los borbones  nos lo metió de matute un cardenal y el último, de momento y esperemos que algo más, un dictador.

Y puesto a pensar me puse a pensar en que si uno de los atributos de la monarquí­a es su continuidad, la historia de los borbones españoles es uncompendio de interrupciones a las que siguen maniobras de lso más distintos pelajes para forzar su vuelta a escena. Vamos… que el mito del rey al que sucede su delfí­n, su prí­ncipe de asturias que dirí­amos los s´bditos de este reino, en el caso de so borbones es más que discutible, lo que por otra parte, y hasta para los legitimistas, bien mirado viene a cuestionar seriamente la legitimidad dinástica de una dinastí­a que se ha valido de cardenales, dictadores e innobles en general de distinto pelaje para seguir manteniendo su culo pegado al trono.

El propio Felipe V se fue sin irse y volvió al cabo de unos meses muerto su hijo Luis. De Fernando VII revisiones historiográficas al margen mejor no hablar. Se va de vacaciones, abdica y vuelve a volver. Y vuelve a volver sin irse apoyado unas veces por unos y otras por otros, y es capaz de liarla hasta el final y dejar como herencia tres guerras carlistas en menos de cien años. Cosas que tiene la dudosa legitimidad de los ilegí­timos monarcas camino del siglo XX.

a Isabel II se le echa pero no hay que preocuparse… sigue en el extranejro la crí­a de su estirpe y nos empaqueta de vuelta y con paciencia a un nuevo borbón.

Alfonso XII se viene también de rondón, y de rondón reina porque muere pronto y nos deja regenciados, como por otro lado ha sido costumbre sobre todo en los borbones. A su hijo el trece, como era de esperar con ese número a su espalda, también se le señala el camino del exilio, y este tarda un poco más pero la historia consigue que su nieto vuelva triunfal al reino como si eso fuese una vuelta a la normalidad.

No me extiendo más, pero vistos los antecedentes familiares del monarca, lo normal serí­a echarle o que se fuera… es lo que tiene la familia… que deja sus marcas para bien y para mal. Confiemos eso sí­, en que no aprezca un obispo, un militar o un contubernio internacional que haga volver a su nieto o a su biznieto. A ver si de una vez por todas hacemos algo cierto aquello de que de la historia se aprende.

Yo por mi parte me apunto el tema para desarrollarlo más ampliamente, uno más…

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