La lógica del XXI

Cuando uno se introduce en la lógica es como cuando uno se introduce en la economí­a, en la polí­tica o incluso en la fí­sica. Es como lo de la creación pero al revés. Al principio todo es sencillo y evidente. Al principio era la luz, dirí­amos aquí­. Pero según vas avanzando en la creación de tu propio conocimiento y luchando contra el que los demás te quieren enseñar, se va haciendo la más profunda oscuridad. Así­ que, llegado el séptimo dí­a, te paras a contemplar lo creado y, como dirí­a el otro, vio el hombre que era oscuro.

Un amigo sabio que tení­a me explicaba así­ el viaje al interior de la fí­sica. “Cuando aprendes electricidad la electricidad es casi como el agua. Fluye de un sitio para otro, se puede medir, se puede modular, se puede comprender de forma sencilla y hasta natural. Cuando te adentras en la electrónica resulta que el mundo va al revés, y los que en realidad se mueven, los electrones, lo hacen en sentido opuesto al que habí­as supuesto. Pero aún así­, el circuito funciona. Profundizando aún más llega uno a la mecánica cuántica y las cosas esas de la vida secreta el átomo y resulta que ni tan siquiera todos los electrones se mueven como serí­a lo lógico, lo previsible y lo deseable. Lo hacen como los pimientos de padrón, unos si y otros non”, y no me pregunte usted más porque aquí­ se acababa el relato de mi amigo y empezaba mi oscuridad.

Algo parecido, como decí­a ocurre en el resto de lo que tocamos los humanos. Todo empieza siendo muy sencillo hasta que tratamos de explicarlo. Y si sigue siendo sencillo pues es más sencillo aún, lo complicamos nosotros mismos. No voy a intentar explicar como es posible que se enzarzen en disputas los que deben aliarse ni por qué ocurre lo que ocurre en nuestra animada vida polí­tico social.

Pongamos un ejemplo de lógica sencillo.

Va un responsable público de Asuntos sociales y afirma “El modelo de atención social hará crack si no entra el sector privado”.

Hasta donde sabemos todos por lo que nos han explicado y por nuestra propia exeriencia, el sector privado por propia definición busca el negocio, esto es… el beneficio, esto es, que con una inversión determinada y asumiendo un gasto dado, se produzcan unos ingresos suficientes para cubrir gastos, amortizar inversiones y generar beneficios.

Si el sector privado busca el beneficio no entrará nunca en nada que no pueda generar ese beneficio.

Si el sistema público de atención social está a punto de hacer crack es porque genera pérdidas (recuérdese que un sistema público no busca el beneficio sino el servicio).

Si genera pérdidas es porque el gasto e inversión no son ni tan siquiera cubiertos por los ingresos.

Sólo hay una forma de convertir las pérdidas en beneficios, que resulta de la combinación de gastar e invertir menos y cobrar más. La primera parte solo puede hacerse mediante la disminución de servicios en cantidad o calidad, la prolongación del uso de las instalaciones, y la obtención de mayor rendimiento en la fuerza de trabajo (esto es trabajar más por menos sueldo). La segunda es muy sencilla… cobrar más por lo mismo y si se puede incluso pr menos.

Ergo 1… si todo esto lo puede hacer el sector privado con la mira puesta en el beneficio, ¿por qué no lo puede hacer el sector público con la mira puesta en el equilibrio?

Ergo 2… si la privatización no conlleva incremento del precio a pagar, ni disminución en la calidad y alcance del servicio… ¿por qué no lo puede hacer el sector público y dedicar ese beneficio a cualesquiera otra de las ramas de su actividad, (educación, sanidad, cultura, etc.)?

En resumen. O son tontos o se lo hacen. O creen que somos tontos o lo somos realmente.

Y por hoy vale de “lógica”, otro dí­a hablaremos del caserí­o y la vaca para seguir explicando con lógica antigua la polí­tica moderna.

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