Las primarias no son secundarias

Superamos ya las izquierdas los tiempos en los que nos entró la depresión de Fukuyama. No confundir con Fukushima, que eso si que puede ser el fin de la historia, sino con el ideólogo aquel del posmodernismo que preconizaba que la historia, en el sentido de posibilidad de cambio, se habí­a terminado.

Nos entró a las izquierdas tal ilusión al ver el futuro abierto, que de pronto nos vimos condenados a no tener en cuenta el presente sino como un paso necesario pero no urgente hacia ese futuro necesario, y una vez más nos equivocamos. Nos equivocamos entonces, ahora y llevamos camino de seguirlo haciendo más adelante.

Si uno de los rasgos distintivos de la izquierda es la teorí­a atómica (cualquier movimiento, por unánime que parezca es capaz de atomizarse ad infinitum), el otro que estoy descubriendo yo ahora es el del optimismo histórico a priori (pensar que los tiempos corren a nuestro favor y que las prisas son malas consejeras apesar de que las urgencias indiquen lo contrario).

Así­ vamos dejando pasar una tras otra las oportunidades de empezar a construir un cambio real, mientras seguimos con nuestros debates, nuestros naálisis y nuestras disputas, dejando, cuando más favorable nos es el terreno, todos los puentes en manos de nuestros adversarios. Mientras nosotros discutimos en los montes ellos avanzan tranquilos por los valles.

Pasó el 15 M. Cuando el 22M dió el resultado que dió se nos dijo a los que avisábamos de la necesidad de convertir en práctico el saber absoluto que el 22 M no era el objetivo… que era un movimiento de más calado, de más trascendencia. Un movimiento atemporal pero histórico. Y el caso es que la historia real se construye a base de momentos, y la del pensamiento (por no llamarlo la historia de la spajas mentales) de no-momentos. El resultado práctico del asunto son ayuntamientos para cuatro años, y no de izquierdas precisamente.

Ahora llega el 20N. Y una vez más el panorama, para muchos, es igual de descorazonador. Eso sí­. Tenemos asambleas, talleres y debates. Y cuando más urgente es un programa de mí­nimos y un frente basado en ellos, lejos de unirnos, las izquierdas nos dividimos. Fruto de los odios cainitas, de las brillantes iniciativas, de las genialidades varias y las indignadas dignidades, lo que la masa desencantada aprecia es una ensalada de siglas, en el contexto europeo igual mejor llamarle macedonia (por aquello de la referencia griega), disputándose el derecho a ser el primero y el legí­timo representante.

Una vez más se nos dice que el 20 N es coyuntura… que lo que nos jugamos es la estructura de un movimiento insurgente. Una vez más digo bajito que la coyuntura nos la tragaremos cuatro años… más; que casi estamos en momentos en los que lo estructural son entelequias y lo coyuntural es lo troncal porque mientras nosotros debatimos y emulamos a los próceres de la iglesia discutiendo sobre el sexo de los ángeles, ellos siguen, dí­a a dí­a, metiendonos un gol tras otro y sin apenas debate, que estamos muy ocupados como estamos.

Y al final tengo la sensación que expresaba claramente en el tí­tulo del post… en nuestro espacio confundimos las primarias con las secundarias. Tomamos las elecciones de verdad como si fuesen primarias y pretendemos en ellas despejar nuestros debates olvidándonos de los que de verdad se debaten. Y mientras, claro está, aquel a quien todos combatimos de boquilla encantado, a su bola y con las manos libres.

Y digo yo desde la lejaní­a de las siglas unas y otras, y desde la cercaní­a del que siente como se le van a llevar una vez más el gato al agua si no serí­a lo más inteligente y lo más valiente convocar unas primarias reales y urgentes entre todos los comprometidos con la izquierda y en base a ellas traguense sapos y culebras los dirigentes y sus bases y vayamos todos juntos a luchar contra quien es nuestro enemigo. Y si acaso… con la posición ganada de la izquierda que calla ante tanto desvarí­o, de la izquierda que desconfí­a no ya de una sigla u otra, sino del concepto de sigla en si mismo, refundar lo que haya que refundar y dejarnos de allanar el camino a los de enfrente.

Sinceramente opino que es más lo que nos une a muchos que lo que les separa a algunos, pero nunca somos capaces de dejar pelos en la gatera y presentarnos todos juntos.

Vaya desde aquí­ mi ruego a todos… hagamos unas primarias que diriman los litigios entre los prebostes, y luego todos adelante. Como dirí­amos los vascos… a que no hay huevos?

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