Txupinazo hay más que uno (crónicas festivas -fin)

Las fiestas de Vitoria – Gasteiz que empiezan con un “cuete”, empiezan a terminar con otro “cuete”. El sitio es el mismo pero las circunstancias son bien diferentes.

Como pasa en muchas cosas de la vida allí­ donde hay golpes por estar al inicio hay total desidia por estar al final. Esto de las fiestas es de las pocas cosas donde nadie espera al final para ponerse las medallas, las cogen al principio y abandonan la carrera. Es como si una maratón empezase sacándose las fotos en el podio y al final no hubiese nadie en la meta, casi ni los jueces. Pocos de los más de seiscientos notables e invitados del 4 están en la primera hora del 10. El “cuete” surca el aire para iniciar el rito del fin de fiestas prendido por manos anónimas y Celedón no asciende la escalera hasta el mirador para trasmutarse en muñeco e iniciar su escapada hasta la torre de San Miguel. Eso sí­, la plaza, aunque un poco más vací­a, está abarrotada de gentes agotadas pero bien dispuestas a divertirse un poco más. No vuela el cava sino que se agitan los pañuelos. Junto a ellos la banda municipal, como si de la orquestina del titanic se tratase, sigue inasequible al desaliento tocando una y otra vez el mí­tico celedón.

Muchos vitorianos coincidimos en que la última noche de fiestas, pese al cansancio acumulado en la ciudadaní­a y hasta en la ciudad y sus lugares, es una noche especial. Para algunos incluso la mejor. Por eso, en el braimstroming habitual que sigue a los fuegos de artificio con que se dan por concluidos los actos oficiales surgieron varias ideas que como los mandamientos se resumen en una…

Que como da la impresión de que las fiestas las acabamos a nuestra suerte, abandonados por sí­mbolos y notables, dejados de la mano del diablo (no olvidemos que estamos en fiestas y a las noches reinan las maris y los gentiles, las brujas y los faunos) a ver si nos dejan dignificarla y ocupar los espacios que otros dejan libres.

Esta necesidad se podrí­a solventar de varias formas. Dado que el txupinazo uno es para los notables, se podrí­a dejar el segundo para suscripción popular, bien sea previa a fiestas bien por votación durante las mismas (esto de las redes sociales podrí­a ser buen medio para llevarlo a cabo)

Vestir con más dignidad a este txupinero popular tampoco requiere mucha imaginación, y lo del Celedón pues es cosa de darle una vuelta… desde hacerlo aparecer en una uvi movil hasta hacer un previo pasacalle popular en efigie o en persona (si le preguntamos a Gorka seguro que prefiere que sea en efigie) Por otra parte, habrí­a que incentivar un poco más a los hosteleros locales para que este último dí­a echen el resto… algo así­ como lo que se hace en las barracas al dí­a siguiente, precios especiales o algo similar. El ayunta podrí­a colaborar manteniendo por ejemplo la verbena de la plaza del arca, último reducto en la vitoria central, y puestos a palabrizar el concepto siempre podrí­amos decir aquello de que para terminar las fiestas… Celedón al balcón y la casa por la ventana. Para que nos vamos a engañar. El último dí­a de fiestas es básicamente para hosteleros y gsteiztarras recalcitrantes, y bien merecen un esfuerzo, aunque no haya fotos ni entrevistas.

En fin, que lo dicho… a ver si a alguien le parece que algo de esto tiene algo de interés y entre todos seguimos mejorando nuestras jaias…

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