Un buen broche final

Un aperitivo a tono

Ficha: Danilo Perez, piano; Ben Street, contrabajo; Adam Cruz, baterí­a.

Dos formas distintas pero parecidas de tocar el piano, ambas con un origen cercano en lo geográfico y con un mar común. El concierto de Danilo Pérez fue más que correcto. Fue un delicado entremés capaz de hacer surgir las primers y buenas vibraciones en una noche que, a mi juicio, ha sido sin duda la mejor velada del 35 festival de jazz de Vitoria – Gasteiz.

Aparte de lo juicioso y en mi caso al menos compartible y compartido de sus intervenciones habladas, el concieerto estuvo, además de primorosamente ejecutado, sabiamente organizado, y fue del más al menos avanzando desde lo í­nitimo a lo más latino, desde los temas para disfrutar ensimismado a las melodí­as más reconocibles y más apatas para mover elpie o llevar el ritmo con las manos.

El aldito tabaco y la imposibilidad de sentarse (otra vez se llenó Mendizorroza) nos hicieron a mi amigo Carlos y a mi perdernos un trozito de concierto, pero lo que vims y lo que oimos fue en todo caso un estupendo entremés que hubiese sido un buen plato fuerte por si mismo.

Oyendo visiones

Ficha: Herbie Hancock: piano y teclados; Wayne Shorter, saxo; Marcus Miller, bajo y clarinete bajo; Sean Jones, trompeta; Sean Rickman, baterí­a.

Llegó el momento esperado. Sobre el escenario una mezcla de valores seguros que uno nunca sabe cuando dejan de serlo y unas cuantas incóginitas. Incógnitas sobre el tono con que los antiguos compañeros de Davis afrontarí­an su homenaje. Incógnitas de como funcionarí­a entre estos apóstoles restantes la dirección musical de Miller. Incógnitas sobre si serí­a una fiesta de watios o de notas, incógnitas sobre el papel del que harí­a el sustituto del señor.

Pronto se desvelaron todas las incógnitas, y al menos en mi caso para bien.

Ellos ya lo explicaron, más que haer versiones iban a hacer fusiones de ritmos de músicas y de alguna cosa más intentando fluir por una biografí­a y por una musicografí­a tan  larga como compleja y extensa como la de Miles.

Los temas eran largos, muy largos, y más que temas podrí­a decirse que eran temáticas. Los que acudieron al abrigo del eléctrico miller posiblemente se fueron decepcionados. Esa noche no tocaban palmas, y a pesar de los intentos que hicieron cuando la baterí­a hizo sonar su caja a cuatro pronto se encargaron los músicos sobre el escenario de dejar claro que esa noche, los intermediarios eran ellos y el protagonista estaba en el eter. Una noche etérea.

Hablando de incógnitas, afortunadamente el baterí­a no tuvo demasiado protagonismo, como me decí­a el amigo Carlos al que ya me he referido, este mismo fue el que recordaba por haberse cargado un concierto a costa de no dejar oir al protagonista. La verdad es que resultaba excesivo, florido y un poco como somos los vascos, independiente.

Y siguiendo con las incógnitas, párrafo especal lo merece Sean Jones, el trompetista. Ojalá todas las incógnitas en la vida pudiesen resolverse como esta. Discreto, tí­mido, consciente de que su papel era elmás complicado, dio la impresión de haberse dejado abducir, de ser por momentos el mismo un instrumento en mnos del espí­ritu que sobrevolaba la velada, de haber asimilado, estudiado y sbre todo comprendido el alma pater de la noche. siempre pendiente, pasando desapercibido como persona a pesar de su tamaño pero con una magistral presencia como trompeta. A mi me llegó. Hubo momentos en que cerrando los ojos me parecí­a oirle a él, a í‰l podrí­a decir por dejarlo más claro.

Hay quien dice que todo es cuestión de dinero y de marketing. Pero eso en la música profesinal ya lo sabemos todos. Lo importante es que el producto sea bueno, y para mi al menos el del sábado lo fue. Apenas puedo poner un par de peros, y son peros con cariño. A Shorter le costó un poco, o esa impresión me dio, a mi entrar en materia. Le vi al principio un poco descentrado, y en lí­neas generales tampco le llegué a ver muy dentro en todo el concierto. Gentes de su talla tienen la ventaja de que por poco que entren ya es bastante. Herbie fue el Herbie que es, una leyenda viva y coleando. Si acaso en mi opinión le sobró el instrumento ese que sacó al final que no sonaba muy brillante, pero en todo caso sirvió para ofrecernos un buen diálogo de titanes presentes y ausentes.

Pero son minucias. Hasta Miller, al que algunos temí­an con demasiado protagonismo estuvo discreto y al servicio de la causa. Para el recuerdo y para el buen sabor de bca el bis que nos dedicaron, especialmete el inevitable primero. Una versión muy emotiva de Time After Time y otro standard Davis que siendo bueno no llegó a emocionarme con el anterior. Como hablaba luego con otro buen amigo, no se trataba de hacer versiones como si Davis estuviese, se trataba más bien de bordear evocaciones como si no estuviese.

Lo dicho, para mi gusto, el mejor concierto, la mejor velada y un buen dí­a para recordar como bueno.

Leave a Comment

Límite de tiempo se agote. Por favor, recargar el CAPTCHA por favor.