Puede que si, puede que no

¡No me grites por favor!

Ficha: Michel Camilo, piano; Giovanni Hidalgo, percusión; Charles Flores, bajo (en realidad no vino  sino que fue sustituido, pero no recuerdo el nombre)

Empezó el ciclo latino pronto la tarde noche del viernes. Un ciclo con viaje de ida y vuelta y un dí­a entre medio que empezó al piano y al piano terminó. Un viaje que empezó de ví­spera en una céntrica estación con un pianista que a todo el mundo sorprendió y que desgraciadamente yo no pude ver. Michel Camilo fue escueto. Ya sabí­a él que gran parte del público que nuevamente abarrotaba Mendizorroza estaba más que nada por la labor de ver a Ruben Blades. Así­ pues fue honestamente discreto en su papel de velar por el Jazz en una noche de salsa.

En su concierto el bajista fue un buen acompañante, como un arbitro, vamos que pasó desapercibido en el buen sentido de la palabra y tocó sin dar la nota.

Tal como anunció, el concierto se iba a apoyar en el disco que Camilo e Hidalgo han grabado juntos, que se titula Hands of rythm (o algo así­) y que podrí­amos traducir por mano a mano. El repertorio alternó temas harto sensibles con otros con más sabor en un conjunto bien equilibrado.

Si reviso las notas que tengo en el papel que junto al lapiz llevo siempre en mi bolsillo leo una sensación de caribe. De intensidad sin sudores ni sobresaltos, de un tocar sin estridencias que podí­a hacerte tanto bailar como soñar. Es como si los músicos atendiesen a aquello que se dice con frecuencia, dime lo que quieras pero no me chilles, arguméntalo, cuentamelo y deja que lo sienta, dame tiempo y calma para que lo entienda, pero no lo grites.

El disco puede oirse en servidores de música, y es una compañí­a excepcional para hacer algo o incluso para no hacer nada más que dejarse llevar y oir las historias que este par de músicos tienen que contarnos. Los dos con las manos, pero también con el corazón. Los dos golpeando con sus dedos la tecla o la piel como quien coje una pluma y escribe sobre un papel.

Un concierto muy narrativo me pareció a mi.

Y después de tanto Jazz un poquito de descanso.

Ficha: Ruben Blades, voz; Roberto Delgado, director, bajo y coros; Wichy López Moya, “Chishisin” Castillo y Avenicio Nuñes, trompeta; Francisco Delvecchio, Idigora Betancourt, trombones; “El Mopri Berna”, piano; Enrique Becerra, teclados; Carlos Perez-Bido, timbales y coros; Raul “Toto” Rivera, Bongo y campan; Marcos Barraza, Bongo y coros; Ademir Berrocal, baterí­a y coros.

Digo yo que después de tantos dí­as con Jazz a tope, no está mal darse un descansito e irse un poco de fiesta. Ya sé que para alguno de mis amigos y conocidos, e incluso de mis enemigos y desconocidos, soy de los que se encuadran en el sector “talibán” de la cátedra de mendi. Es en parte cierto y en parte no. A mi me gustan muchos tipos de músicas, pero por encima de las músicas me gusta la honestidad y me gusta el llamar a las cosas por su nombre. Vamos, que para eso de la música soy como el bilbaino del chiste, a setas o a rolex. En ese setido posiblemente irí­a a gusto, y fijo que tendrí­a publico además de uno mismo, a un festival de flamenco en Vitoria – Gasteiz, como también lo tendrí­a uno de música caribe. Pero no me gusta que me cuelen cosas de rondón en uno de jazz.

Aún así­ este caso es distinto. Si lo miramos por un lado es cierto que la presencia de Blades es un guiño que bordea los territorios del Jazz. Pero también lo es que como guiño es bueno. Nuestra ciudad es cada dí­a más latina, y muchos de los miembros de esta counidad se vinieron encantados al pabellón y disfrutaron de su trozito de fiesta. Un trozito que es tan nuestro como suyo y que en el fondo no es de nadie. Es mayormente música para bailar historias, porque si Camilo narró sin palabras, la salsa es una narración cantada y bailada. También es cierto que a fecha de hoy, si algo recoje ese viejo espí­ritu del jazz de banda y sala, de baile a falta de discos, de aquel ambiente en el que el DJ era el director de orquesta, y en el que los músicos hací­an saltar al respetable a la pista y le insuflaban movimiento con sus solos y sus compañí­as, eso,  a fecha de hoy quien mejor o casi el único que lo encarna y materializa son estas grandes bandas latinas. Y si de bandas latinas y figuras hablamos, Ruben Blades es historia viva. Por tener suerte incluso tuvimos suerte de verle apagar las velas. Los que estábamos lejos no vimos cuantas, pero que más da.

Ruben exhibió docencia y difundió magisterio, tanto cuando hablaba como cuando cantaba. Hidalgo se apuntó a la fiesta y el pabellon también. Un buen respiro para bajar la tensión y aflojar el seso ante la noche que se avecinaba.

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