Luchemos para conseguir lo contrario de lo que decimos

Hoy empieza el momento de las reflexiones. Y la primera de todas ellas es necesario hacerla en el terreno de lo conceptual. Lo que ha pasado el domingo en este terreno es una buena muestra de la forma en la que los errores tácticos pueden terminar en desastres estratégicos. Eso en el caso hipotético de ser bien pensados. En el caso habitual y cierto de no serlo, bien pensados me refiero, tendrí­amos entonces que hablar del enunciado estratégico publicado como elemento táctico del objetivo estratégico no expreso pero determinante.

Analicemos la cuestión.

Parte de las razones que subyacen a la rebelión de la indignación están en la naturaleza de un sistema creado a imagen, semejanza y beneficio de las grandes maquinarias partidarias para asegurar su control de las instituciones. Esta estrategia de dejar fuera del sistema a los minotarios, a los discrepantes, causa desafección en parte de la población, desmoviliza a quienes pretenden impulsar los cambios y traslada una sensación de apatí­a que viene dada por la creciente sensación de prescindibilidad que la gente tiene frente al sistema. En este modelo, la alternancia en el poder no implica cambios de filosofí­a en su aplicación, sino sólamente alternancia en la relación nominal de puestos de trabajo de libre designación.

Frente a esta estrategia, el movimiento creado en torno al 15 -M, plantea como objetivo clave el de devolver al sistema su capacidad de asumir y reflejar la pluralidad con todo lo que conlleva. Dentro de esta estrategia están las peticiones de cambio de ley electoral y las llamadas a la participación con el voto a opciones minoritarias. No entraremos ya en el resto de mensajes ideológicos que se presentan en el contexto de este movimiento. Pero supongamos que de facto, muchos de estos planteamientos (frente a las intervenciones militares, frente a la fiscalidad, frente a los mercados bancario, hipotecario, etc.) han venido siendo defendidos en solitario y en aplastada minorí­a por una fuerza cuya presencia institucional se aleja mucho de su peso social. Posiblemente la más perjudicada por el sistema electoral e institucional en que vivimos. Puede que lo congruente hubiese sido claramente apostar por concentrar esfuerzos dispersos en una opción minoritaria y forzarla a actuar institucionalmente con consciencia del origen de sus apoyos y con obligación moral de cumplir sus compromisos asamblearios. Pero no.

En un último giro táctico, ha habido quien ha abogado por opciones que radicalmente chocan contra todo lo anterior, especialmente el voto blanco y subsidiariamente la renuncia a concentrar el voto minoritario. Puede que esto haya ocurrido por desconocimiento o no, es de lo que hablábamos con el tema de las dobles estrategias, pero lo cierto es que la suma de tres factores, voto blanco, abstención y fragmentación del voto capaz de dar presencia a los deseos de cambio del sistema, ha dejado fuera del sistema a los que podí­an hacerlo. En casos como el de Vitoria – Gasteiz, por ejemplo, esta táctica ha conseguido que el número de fuerzas presentes en el ayuntamiento pase de cinco a cuatro, tres con el mismo peso y una destacada, el PP.

Salvo que la estrategia real sea similar a aquella del cuanto peor mejor, o que lo que busquen algunos grupos sea más su protagonismo en el sector que el beneficio mismo del sector, resulta evidente que el desconocimiento del terreno y de su operativa ha dejado derrotadas a las fuerzas propias sin que el enemigo haya tenido que ni siquiera maniobrar. Es como si los portadores del ariete que iba a abrir puertas y derribar muros hubiesen tropezado frente la atónita mirada y la risa contenida de los defensores de la fortaleza.

Para la siguiente, quizás fuese mejor o bien poner claros los objetivos para saber si primero combatiremos en nuestro campamento para ver quien porta la bandera, o de lo que se trata es de indicar a los del ariete donde están las placas de hielo para que no resbalen.

Ahora lo que toca es coger el ariete y volver al campamento, los del ariete y algunos más. A los que aguantaban como infiltrados dentro de la fortaleza les han identificado a cuenta de los avisos que daban a los del ariete antes del tropezón y les han enviado también al campamento.

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