Igualdad rural

Podí­amos decir que esta vendrí­a a ser la segunda entrada de mis reflexiones preelectorales en clave del enclave. Lo cierto es que mientras veí­a las listas que se presentarán a los electores en las próximas elecciones municipales en los dos municipios del enclave (La Puebla de Arganzón y condado de Treviño), me ha llamado la atención el reparto de nombres entre hombres y mujeres, y tanto es así­ que me propongo escribir unas lí­neas sobre ello.

Soy de los que a priori no soy partidario de los sistemas de cuotas. Creo en las personas y tengo la impresión de que los repartos, como decí­a el otro, los pagamos todos. Se porque lo conozco que el sistema de cuotas supone en la práctica y tal como se aplica una cierta perversión del principio de igualdad de oportunidades y hasta de la justicia en la relación entre meritos y opciones de promoción. Soy de los que creo que a menudo se pone el carro delante de los bueyes y que como consecuencia de esto se enturbian legí­timas aspiraciones y se enfangan progresos justos y necesarios en lo que a la aspiración de una sociedad más justa se refiere.

En el caso de la pariticipación polí­tica de la mujer, un objetivo loable, justo, y absolutamente necesario, no porque sean mejores las mujeres sino simplemente porque son personas, la realidad se muestra a menudo crudamente cuando salimos de la impunidad que los grandes números de las grandes ciudades nos dan. No es dificil en Vitoria o en Bilbao encontrarlas en número suficiente como para presentar una lista presentable. Pero cuando salimos del entorno urbano y nos adentramos en el universo rural la situación cambia. Puede que por eso el legislador dejase al margen de ciertos requisitos a los municipios de menos de 3.000 habitantes, el caso de los nuestros, como por ejemplo la aplicación de los criterios de igualdad en tramos de cada cinco candidatos, circunstancia por la que se libran la gran mayorí­a de candidaturas analizadas.

Si analizamos las siete candidaturas presentadas en los dos municipios del enclave nos daremos cuenta que en ningún caso se supera el mí­nimo legal (reparto cuarenta / sesenta). Tan sólo una de las siete presenta a una mujer en cabeza, y cosas que tiene la vida, no respeta el porcentaje mí­nimo de mujeres (3 en una candidatura de nueve y con dos suplentes varones, o sea, 3 sobre 11). Es la candidatura de Inmaculada Renedo, actual alcaldesa de Treviño por el Partido Popular. Es curioso también que la otra candidatura correspondiente a un partido estatal, la del PSOE en su delegación de Castilla y León presente una plancha con 2 mujeres y siete hombres. Más cuidadosas son las de Bildu y PNV.

Pero cuando la cosa se pone más en evidencia es cuando repasamos las candidaturas para las entidades locales menores, lo que en álava llamamos concejos. En Condado de Treviño hay 32, y en cada una se presentan dos nombres. Pues bien… en 21 de ellas no hay ninguna mujer, y de las 11 que quedan sólo en cinco la mujer es la primera. Ni que decir tiene que en ninguno de los casos la candidatura la integran dos mujeres.

Conozco a la gente del enclave, no a todos, lógicamente, y tengo la impresión de que esta relación no responde a la realidad en cuanto a valí­a, capacidad de reflexión y conciencia de lo público y si se me apura incluso a lo que a interés y valoración de la polí­tica. La ley está de su parte, y al final pasa esto. Definitivamente, y como dirí­a el otro… algo estamos haciendo mal.

Y termino un poco como empezaba, creo yo que lo que estamos haciendo mal es lo del carro y los bueyes. Igual era hora de empezar a formar, a promocionar y a interesar a las mujeres en al polí­tica (de los jóvenes ya hablaremos otro dí­a), y conseguir que la entrada de cualquier persona en una candidatura no dependa de una ley, sino de una voluntad que no tiene porque tener trabas.

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