El camino si que importa

No me he convertido al opus, no. Para eso primero debiera abrazar la fe cristiana y llevamos un tiempo circulando por caminos distintos. Yo creo que no existe y me dicen que ella dice que sí­. Pero como decí­a no es ese el tema de hoy. El tema de hoy tiene más que ver con esos a los que dicen los cronistas que expulsó Jesús del templo. De mercaderes y chalaneros hablo hoy. Y también de ingénuos como nosotros, y de usureros como ellos, y de melí­fluos como los que nos gobiernan, y de inanes como los que somos gobernados y nos dejamos gobernar.

Y tiene que ver más con el camino que con el fin. Aunque puede también que en casos como este el camino sea el fin, y el elegirlo bien sea el principio.

Parece ser que nuestro sistema de cajas necesitarí­a unos 15.000 millones de euros para asegurar su solvencia. Esto básicamente viene a significar algo así­ que, como cada vez es más dudoso que podamos pagarles lo que nos prestaron con euforia, y lo que compramos con lo que nos prestaron ya no vale ni la mitad, y como si queremos recuperar nuestros exiguos fondos puestos en sus manos o se los han gastado en nosotros mismos o se los han jugado al bingo y resulta que estaba trucado, pues resulta que tendremos que echar mano de la caja a la que aportamos todos y cubrir el agujero. Y ahí­, vuelvo a insistir, el camino si que importa, es casi lo único que importa.

He pensado frí­amente en el asunto y por nuestro propio beneficio y ya que hablamos de nuestro dinero, lo más razonable es que se lo demos a las cajas a través nuestro. Lo más razonable y lo más seguro. Es muy sencillo. A ver, ¿cuánto es tu pufo con el banco? ¿100.000? ¡Cómo estos! pues toma, te vas a la caja y que te vea yo como se lo das a esos señores y los tres tranquilos. Tú con tu casa, la caja con su deuda saldada, su solvencia asegurada y su lí­quido disponible, y papá estado haciendo felices a sus cajas, a sus bancos y a sus ciudadanos, que a mi casi se me olvidaba y al estado casi siempre.

Al final lo mismo nos sale más barato que los 15.000 millones presupuestados, y los que se lo hayan gastado en el bingo, pues que se pongan en la puerta a pedir y paguen lo que han perdido, que con las cosas de comer no se juega, y menos aún si la comida no es propia.

Vale que la medida precisa ajustes, pero el fondo que la sustenta no tantos. Menos aún si consideramos lo que realmente va a pasar. Les daremos los millones a ellos, se los volverán a gastar intentando ganar más para lo que nosotros tendremos que ganar menos y, eso sí­, seguir pagando con lo que no tenemos lo que no vale lo que pagamos, y todo esto lo habrán hecho una vez más, con nuestros impuestos.

Para empezar propongo un nuevo slogan… no se indigne, hagasé islandés

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