El conflicto de la prensa

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 1 de marzo de 2011

Estamos todos dando vueltas al tema de los humos y los bares, pero hay otro asunto que ahora que no se puede fumar y la gente se pone más nerviosa puede acabar provocando algún incidente. Será además salvaje y desproporcionado, como lo suelen ser los que responden a resentimientos larvados y abusos continuados.

No me refiero a los precios, que para eso estamos los vascos. Ni siquiera a los pintxos que no sabemos comer y que pedimos con aquello de “dame uno de esos, de los de las cosas verdes encima de la pasta esa como granate con cosicas blancas”. “¿El de espuma de caracol deshidratado con mousse de remolacha y rocí­o de eneldo aromatizado al armañac?” “Bueno pues si, no me gustan los caracoles pero lo mismo da, si era por el eneldo”. Pues como decí­a no será por nada de eso, no. Será por esto que tienes en las manos, por la prensa. Y no por lo que trae, sino por el morro del que se la lleva.

Hosteleros y clientes resignados sufren los abusos, y es que tanto gastarse dinero en sesudos estudios y resulta que para evaluar la catadura de una persona individua nada hay mejor que ver como se comporta con el periódico del bar.

Los hay que los cogen a pares o hasta a trí­os. Se los llevan a la mesa y se lo leen todo. Pero todo, todo. Los hay que depuran técnicas para hacer que dejes el tuyo y poder llevárselo como suyo. Te miran por encima del hombro, tuercen el gesto cuando vas muy rápido y resoplan cuando vas lento. Te preguntan si te falta mucho, o se inventan un entierro para que se lo dejes por ver la esquela y ya lo has visto, al periódico y a la persona individuo. Eso cuando no se quedan en tus morros.

Hay quien hace el crucigrama o el sudoku. Como si el tiempo que a ellos les sobra no les faltase a los demás. Los hay que tienen en casa cuchillos, navajas, tijeras, mantas y enciclopedias con los sellos que recortan en el bar. A otros les gusta una noticia o ven la foto de un amigo y zas, la recortan y se la llevan, sin mirar siquiera lo que hay detrás. Los hay que no siendo capaces de juntar seis o siete letras en su cabeza te las escriben en el periódico y hala, el jeroglí­fico del dí­a reventado para los que vengan por detrás. Fijo que me dejo alguna, porque esto da para más”¦ Por eso no me extraña que sea cierto lo que el otro dí­a me contaron. Hay un bar en el que un cartel indica que, el que coja el periódico para más de media hora, que lo lea en voz alta para que se enteren los demás.

Eso es solución preventiva de conflictos y nada más.

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