A ver si me toca el gordo

Acaba de sonar en la radio el cántico que anuncia la aparición del deseado, del único gordo de prestigio en estos tiempos de bulimia, anorexia, gimnasio y tableta de chocolate. Acaba en cero, con lo que al club deportivo de La Puebla le caerán, al menos por mi parte, seis eurillos que el amor ajeno y la vergí¼enza propia me invitan todos los años a no cobrar (me refiero a los reintegros en papeletas “benéficas”).

Tal como me prometí­ ayer mismo ahora empieza mi calvario que es a la vez mi gordo. En este momento enciendo un cigarrillo. Es el último del paquete que compré ayer. Y ese paquete es mi deseo que sea el último que compre. Mi calvario durará posiblemente toda mi vida, pero será especialmente duro estos primeros dí­as. Por anteriores experiencias (tampoco más de un par de ellas), intentaré superar con éxito la regla de los malditos treses. La tercera hora, el tercer dí­a, la tercera semana y el tercer mes. Al tercer año no he sido capaz de llegar en ocasiones anteriores.

Lucharé pues conmigo mismo en defensa de mi gordo. Porque no hay más ni mejor premio que volver a disfrutar de los olores, los que se descubren y los que se olvidan; que ser capaz de dar unos pasos sin asfixiarse; que no tener que limpiar ceniceros ni barrer cenizas; que no angustiarse porque cierran los bares y te has quedado sin tabaco; que no tener que tocarte los bolsillos antes de salir de casa, y muchas ventajas más que ahora mismo no recuerdo pero que seguro que iré descubriendo. Bueno si, hablando de gordos y loterí­as si que hay una más. La rapidez con que crecerá la hucha a la que irán diariamente los cuatro euros que antes iban al estanco, y que, en una cuenta simple,  son asi como 1.460 euros al año. Un crucero por el mediterráneo deja de ser un lujo para ser un premio que me acaba de tocar hoy. Así­ sea capaz de cobrarlo.

No soy anti-fumador, pero asumo que empezar con este vicio fue una de las mayores estupideces de mi vida, y es que no han sido pocas, con una diferencia, que de otras disfruté, sufrí­ y aprendí­ y de esta tengo la impresión de no haber aprendido nada más que lo débil que soy. Pero como algo antisistema si que soy, confesaré que me encantarí­a que todos hiciésemos un esfuerzo y aguantásemos un mes sin fumar y consiguientemente sin comprar. Lo siento por los estanqueros entre los que cuento con buenos amigos, pero me gustarí­a ver la cara de las ministras Pají­n y Salgado ante tamaño dislate presupuestario. Me encantarí­a ver la cara de “los mercados” ante un desplome de la economí­a del estado mayor que los que provocan ellos con sus especulaciones. Me reirí­a viendo a los grandes jerarcas europeos poniendo cara de pánico y pensando en estrategias y soluciones… A todos nos tocarí­a el gordo y a ellos les tocarí­a por fin pensar y decidir. Decidir si nos vuelven a convencer de que fumar es bueno o buscan otra ubre que ordeñar. Pensar donde más podrí­a esconder una ubre ignota la vaca que les mira como al tren mientras ellos no paran de beber nuestra leche.

En fin, que espero deseo y confí­o en que se me note una cierta acidez adicional estos dí­as. Será señal de que voy poco a poco camino de cobrar el gordo que quiero ganar.

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