Lecturas de invierno

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 21 de diciembre de 2010

Se acerca la navidad y conviene empezar a buscarse entretenimientos “low cost” para estos dí­as en los que tras dejarnos el gordo sin tocar nos tocan los gastos por doquier. A mi me gustan los juegos de palabras: jeroglí­ficos, dobles sentidos, palabras cruzadas y sopas de letras, las únicas que podrán comer algunas personas conciudadanas como esas a las que parece que se les olvido algún papel repleto de palabras, o alguna palabra, o a alguien se le olvidó enviarla, o a no se quién comprobarla, y así­ hasta llegar al NO que le dieron cuando fue a cobrar su ayuda social miserablemente humanitaria. Al preguntar por la causa y el motivo, las personas funcionarias, la del ayunta, la de la dipu, y hasta la del gobierno (que vaya usted a saber por qué no tiene diminutivo), contestaron ¿Qui lo sá? y la persona en situación de exclusión social repuso con pasión, ¡Cómo que qui lo sá! ¡kilos ha! O al menos deberí­a de haber añadió cabizbaja. No pudo evitar la sonrisa al acordarse de la indignada persona paisano. Aquella que protesto al leer en su recién estrenada cartilla “Debe / Haber” y gritó indignado ¿Cómo que debe haber? ¡Tiene que estar!

¿Qui lo sá? Es lo que le dicen a uno cuando, cambiando de tercio pero siguiendo con los cuartos, pregunta por lo del alavés. También aquí­ se intuye que kilos ha. O por lo menos que los hubo y volaron ante la mirada que no debí­a mirar de nuestras instituciones. Esas que en casos como el anterior superan a la lechuza y al halcón. Ni duermen ni se les escapa una. Pero si vas y les preguntas cantando ¿dónde están los kilos matarile rile rile? te miran con conmiseración porque tú no sabes nada y ellos lo saben todo. Lo saben porque para eso los elegimos, pero no saben que los elegimos para saberlo también nosotros, y al final vamos a tener que buscar un infiltrado y fabricar nuestro propio wikivés o alaleaks para poder participar de sus informes, cotilleos y chascarrillos.

Yo ya no sé si contestan a todo ¿qui lo sá? porque no saben y quieren que se lo contemos nosotros, o porque nadie sabe cuántos kilos ha ni dónde están. Para mí­ que acabaremos teniendo que desconfiar de las instituciones que tienen tejado. Cualquier dí­a descubriremos en Internet que los tienen llenos de pelotas, de esas pelotas nuestras que se pasan de tejado a tejado mientras por abajo pululan las personas pelotas cantando a coro para que no se oiga ni el ruido de sus botes ni el crujir de nuestros votos. Eso sí­, nosotros a lo nuestro: jugar y leer.

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