Del tópico y lo civil

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 7 de diciembre de 2010

Dediqué hace tiempo unas lí­neas a pegar un tirón de orejas a los responsables municipales de la cosa de enterrar. A salvo la profesionalidad de quienes manejan con destreza maquinaria, masilla, cuerdas y macetas, reclamaba cierta delicadeza en momentos como éste que vivimos una vez y sin enterarnos. Lo mismo que las bodas se miman, bien vení­a también dar a los entierros más dignidad. He comprobado que era efectivamente eco y no lamentos en el desierto lo que decí­a del recuerdo imborrable que deja el motor de la grúa con que recubren el panteón, tanto por el ruido como por el humo. A ver si los buenos amigos del Hiriko se animan a diseñar vehí­culos para usos funerarios, silenciosos y más acordes con lo green que nos invade.

Terminaba diciendo aquello de”¦ bueno, y del cura ya hablaremos otro dí­a. Pues respire, pater, que hoy también libra. Hoy vamos a ser civilizados. El otro dí­a me tocó ver en acción a los nuevos sacerdotes de lo laico en el marco de las nuevas capillas de lo civil, y fueron varios los refranes u “ocurrensias” que el acto me evocó. Virgencita, virgencita, que me quede como estoy (éste un poco desafortunado en un contexto laico), salir de Guatemala para ir a guatepeor, o aquel otro que dice que estábamos al borde del abismo, y llenos de ilusión dimos un paso al frente.

Un enorme pendón para tapar el cristo, y me refiero a la escultura, no a la situación. La pantalla como aquellas en las que veí­amos filminas o super ochos con un inquietante plano fijo de las bocas metálicas y pulidas de los hornos. ¡Nada que ver con Austwitch! ¡Mucho más limpio! La chaqueta exigua, la voz aterciopelada, la música de violí­n y de guitarra. Las pausas medidas y los textos elegidos. Todo como sacado de un librito de esos que se regalan: citas y sones para bien llorar. Toda una trampa para probar tu resistencia a llorar y la del muerto a golpear la caja y levantarse exigiendo que dejen de aprovecharse de él, que ser persona aunque sea muerta y civil, (es curioso que civil sea aquí­ opuesto a religioso y fuera de aquí­ a militar) no implica que a los tuyos o a ti te guste Machado, ni el violinista en el tejado, ni las baladas de Machí­n. El caso es que mientras va la caja camino del incendio provocado, vuelven los artistas a su camerino, y uno se los imagina, a falta de aplausos y de bravos, preguntándose aquello de “si es que no sé qué es lo que quiere esta gente”. Y el caso es que yo creo que si”¦ no morirse ni en primera ni en tercera”¦ persona.

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