Ay eterno

Hoy hace cien años que nació Miguel Hernández, y tratándose de él no hay mejores palabras que las suyas:

¡Ay, qué picuda y, ay, qué amargamente
me sales, ay me sales del retiro
del alma, en el origen de la fuente
de la pena, del llanto y del suspiro!

¡Ay, éste soy: ay, éste que me miro,
pero que no me puedo ver frecuente:
éste que rabio y éste que deliro
bajo la mala sombra de mi frente!

En un ay paso el dí­a más sereno:
un ay me empina y ¡ay! otro me acuesta:
un ay se va y otro ay viene en seguida.

Dolor del mundo de criaturas lleno;
dolor del Dios y de la carne ésta,
que me tendrá en un ay toda la vida.

 

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