En los sueños empiezan las responsabilidades. Schwartz, Delmore

Tí­tulo: En los sueños empiezan las responsabilidades.
Autor: Schwartz, Delmore
Origen: 1948, EE.UU.
Edición: Alpha mini. 2010, Barcelona.
ISBN: 978-84-92837-07-6
Adquisición: Lo compré en elkar en septiembre de 2010
Terminado de leer el 17 de septiembre de 2010
Mi referencia : 00056-A
Comentario: Como bien reza la entradilla del libro, esta colección ofrece “capsulas literarias de lectura inmediata”. Si no hace mucho hablaba de un relato que podí­a leerse tranquilamente de una sentada de este podrí­a decirse aquello de que prácticamente no hace falta ni sentarse. se cumple además aquello de que lo bueno si breve dos veces bueno.

El relato se basa en una paradoja espacio temporal propia de los tiempos modernos. El protagonista ve en una pelí­cula el momento en que sus padres se prometen en matrimonio, y, de alguna manera intenta evitarlo sin poder y asiste desesperado al comienzo de una futuro que por ser ya pasado sabe y conoce desgraciado e intenta detener. Es en cierto modo como un intento de suicidio absoluto, de negar los antecedentes que dieron origen a su existencia, en definitiva de negarse a si mismo como desgraciada consecuencia de lo que nunca debió existir.

El lenguaje es lí­rico y el relato engancha. Ya digo, sus escasa 30 páginas nvitan a no cerrar el libro, librito, una vez abierto. Por poner algún pero pondré el que lleva a traductores y crí­ticos, con la aquiescencia de los editores que buscan llenar páginas para pasar de las 49 que separan un libro de un folleto, a incluir sesudos e innecesarios comentarios sobre el texto. Yo personalmente los suelo obviar. En este caso, y al estar incluido a modo de epí­logo en vez de ser un prólogo, y más que nada por el prurito de acabar el libro, el caso es que me lo trgué y en verdad he de decir que me apreció infumable. No dudo de la intención y trabajo del autor. Pero estas lecturas del subconsciente presuntamente reflejado en la lectura, este desnudar las presumidas intenciones del autor y desentrañar figuras y situaciones me parece, además de innecesario, temerario y hasta fátuo. El que quiera escribir que escriba, pero que no emborrone un relato que afortunadamente no necesita quien lo comente. Se entiende sólo y se basta solo.

Lo dicho, si esta cápsula acaba en tus manos no pases de la página 37.

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