Se acabó agosto

Y ya vuelven las calles a poblarse. Y vuelven los coleccionables a los kioskos (yo ya he caido en una par de ellos). Y un moreno ostentoso puebla las terrazas mientras los no vacacionados esconden su blancura en el interior, junto a la barra. Como émulos de marco polo vienen los viajeros y por un momento nos sentimos Genghis Khan o un noble veneciano oyendo sus relatos. Tan siquiera hace falta ya caer en la mortal trampa del café doméstico para tener que tragarnos las fotos que acreditan viajes y aventuras. Basta el movil para amargarnos un mariano.

Como estamos en crisis, los temas son recurrentes. Los precios de ganga quien los ha encontrado. La multitudinaria presencia en playas y la escasa en bares y restaurantes. Las virtudes de la redescubierta casa del pueblo. Los inconvenientes de compartir el apartamento olvidado. La ingnominiosa forma en que los anfitriones les echaron tras incontables abusos normalizados. Y así­, como todos los años, haciendo que hasta lo nuevo suene a rancio. Y el caso es que en estas fechas uno se siente obligado a preguntar aquello de ¿qué tal las vacaciones? Sin muchas ganas, también es cierto, pero es algo así­ como el postrer favor de los guardeses. Total para oir a modo de disculpa el eterno “pues ya sabes, cortas” momentos antes de iniciar el repaso ya citado y mientras el i-pod encuentra la carpeta con las fotos temibles y temidas. Porque esa es otra. Bajo excusa de enseñarte vistas y monumentos al final siempre aparece la inoportuna foto de los michelines propios o las lorzas ajenas. Y eso cuando la foto es al menos presentable. cuando aparecen las impresentables del todo uno tiene que mirar para otro lado mientras el anfitrión azorado consigue no encontrar el botón para pasar foto que lleva pulsando toda la mañana.

Y todo para que al final momentos antes de saber que tienes que pagar la ronda (ya sabes, es que he vuelto sin un duro) el viajero te pregunte con aire de evidente indiferencia aquello otro de

– ¿y tú que tal?

– Pues por aquí­, ya sabes…

– si bueno, ya se, en fin, que ando con un poco de prisa, ya me contarás otro dí­a… Por cierto, si no te importa haces tu los marianos que he vuelto sin un duro, …

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