Una vieja amiga, a la que conocí muchos años ha, marchó un día a Madrid dónde se instaló. Culo inquieto donde los haya, en el buen sentido de la expresión, y no teniendo bastante con su familia, trabajo aficiones y demás, se metió de lleno en la vida de su barrio y con otra gente no se si creó o impulsó, pero en todo caso colaboró con otras gentes de las que no conozco más que la labor, para poner en marcha una asociación de vecinos que visto lo que han venido realizando es como el Barí§a, más que una asociación.
Han desarrollado interesantes jornadas sobre éitca, sobre participación, sobre historia, y muchas cosas más. Todo con el afán de hacer de la vida del barrio algo más que un sitio donde dormir y ver partidos de futbol en el bar. Todo ello con las ganas suficientes para invitar a la gente a pensar y participar, por extender la cultura y buscar en definitiva y en el mejor sentido de la palabra humano hacer un barrio más humano, más solidario, y por qué no hasta más divertido.
El caso es que la asociación vino en llamarse Valle Inclán, y claro, estando don Ramón por medio, la cosa no podía acabar sino en un esperpento. La comunidad de Madrid, esa que arrastra la madre de todas las deudas, esa que preside la ilustre Esperanza, y cuyo padre de todos los ayuntamientos gobierno el flexible Gallardón, ha decidido recortar gastos y reordenar inmuebles, y que mejor que comenzar por el que ocupa, precisamente, la Asociación Valle-Inclán de Prosperidad.
Ahora están a ver si los desahucian, los desalojan y los mandan a casa. En épocas en las que prima el egoismo, parece ser que quienes entregan su tiempo y su trabajo, y a menudo parte del dinero de su bolsillo para buscar desde abajo y con sinceridad eso que llena la boca de tanto político dietado y subvencionado que llamamos bien común, no necesitan apoyo ni local ni nada. ¿Para qué? Si tienen tanta voluntad y son tan menesterosos que se apañen lla sede en la terraza de su casa, y si no tienen terraza en el balcón, y si no en el portal o en un banco del parque.
Ellos no se rinden, y han iniciado una campaña de recogida de firmas de apoyo. Un servidor ha firmado. Los demás que hagan lo que les parezca mejor después de informarse del asunto y tomar su propia decisión. Para informarse nada mejor que el blog que han montado para la campaña, y para firmar pues algo tan sencillo como el formulario de adehsión que han puesto en la red.
La Asociación de Vecinos Valle Inclán tiene una trayectoria que se remonta a la transición, e incluso a los años de la Dictadura. En Madrid las asociaciones de vecinos tuvieron una importancia vital para la democratización de la sociedad y la mejora de las condiciones de vida de todas aquellas apersonas que vivían en la ciudad.
Pienso y lo creo de corazón que en Madrid hablar de asociaciones de vecinos es sinónimo de democracia, participación, dignidad, lucha y generosidad. En el libro de oro de las asociaciones están inscritos los líderes vecinales como verdaderos héroes en la defensa de la dignificación de sus barrios, en la educación, en el trabajo, por ello entiendo
que un falta de respeto no sólo a nuestra asociación, es una afrenta al movimiento vecinal, a todas estas mujeres y hombres que se han partido el brazo por sus vecinos, y a la historia del movimiento vecinal madrileño, que quieren algunos olvidar como muchas otras cosas.
Cuando llegué a la Asociación de Vecinos, Valle Inclán de Prosperidad, arrastraba trás de sí un pasado glorioso, con unos vecinos y vecinas que después de 35 años siguen formando parte de la Aso, como la llamamos todos, no voy a decir nombres, por no ´querer olvidarme de nadie.
Sólo me queda dar las gracias a todas estas personas, de las que he aprendido mucho, y decir que estoy muy orgullosa de pertenecer a la Asociación de Vecinos Valle Inclán de Prosperidad. Un abrazo Javier .