Lo de los de Lantarón

Tantos siglos de evolución y seguimos siendo primitivos. Unos más que otros, pero todos más de lo que pensamos. Una de las últimas muestras la tenemos aquí­ cerca, en Lantarón, a medio camino entre nuestras tierras y las de Atapuerca. Resulta que dos selectos congeneres, aunque uno no desee compartir demasiado con ellos, padre e hijo por más señas, se dedican a meterse con sus compañeros de trabajo por que estos son africanos, negors probablemente. No es que los chicos trabajen mal. No, es simplemente que son negros, que han venido de fuera a quitarnos el pan y la sal. Y eso un blanco educado y superior, heredero de las más puras raices culturales asiáticas y africanas, orgulloso de su tradición helena y helení­stica, vanguardia de las legiones romanas y azote de los moros desde covadonga hasta el estrecho, es, decí­a, no puede superarlo.

Así­ que se dedican a distintas lindezas hasta que las cosas llegan a tal calibre que el jefe les despide de forma fulminante a los dos tras un incidente más propio del oscuro sur americano de los años veinte que de un pueblo europeo en pleno siglo XXI. Tal como leo y resumo, básicamente aquello de que las sillas y los sitios sombrí­os son para los blancos. Los negors al sol que total ya están quemados.

Y claro, que efectivamente uno acabe perdiendo el trabajo por los negros no es algo que se pueda tolerar. Así­ que cojo un par de bates de beisbol, me juto con unos amigos igual de educados que yo y me voy a esperara que los negritos salgan del curro. Les pincho las ruedas del coche por si los cobardes pretenden evitar el intercambio de palabras y les golpeo con contundencia y animosidad.

Eso sí­, me voy donde el juez, y como lo único negro que tiene es la toga, en la calle que estoy, dispuesto en cuanto pueda a enseñar a estos negritos que la justicia es otra cosa, y que las denuncias las carga el diablo.

Por menos de eso hay mucha gente en prisión preventiva, y, vistos los antecedentes del asunto, nunca estarí­a mejor aplicado el concepto de preventiva que en la prisión que debí­a acoger a estos individuos. Pero de eso nada. Ya veremos si es falta o delito, si es multa o condena a menos de dos años dentro de tres para que todo quede en nada.

En casos como este uno no siente demasiado claro lo de pertenecer al “orgullo de la raza blanca”. O nos lo miramos, o de orgullo nos va a quedar lo mismo que de vergí¼enza, casi nada.

Leave a Comment

Límite de tiempo se agote. Por favor, recargar el CAPTCHA por favor.