Vergí¼enzas de interés

Una vez más me vuelven a admirar los franceses. Esas gentes capaces de hacer una revolución, deshacerla y volverla a hacer. Los hábiles creadores de la ilustración. Los padres adoptivos de muchos de los ismos que pueblan nuestras galerí­as y nuestras bibliotecas. Los que levantaron la torre Eiffel para tumbarla y terminaron por aceptarla como inequí­voca señal de identidad. Los que se adelantaron al mundo colando una pirámide de vidrio en medio de una joya. Los que sucumbieron una y otra vez el pasado siglo y consiguieron ser en este un referente. Vamos, que me han parecido en general una gente inteligente y cuyas acciones acostumbro a seguir con interés.

Ahora son para muchos la primera vergí¼enza de Europa, y aunque posiblemente no sean la última, me resulta interesante este asunto de las vergí¼enzas. Son vergí¼enza porque sus futbolistas han caido con estrépito y escarnio. Han caido rotos y peleados. ¿Los franceses? me pregunto yo. Los futbolistas franceses, me respondo. ¿Y es eso una vergí¼enza para Francia? pues yo creo que no, me vuelvo a contestar. A fin de cuentas, ¿no es más vergí¼enza que con la que está cayendo nadie ponga su grito en el cielo ante la posibilidad de que tengamos que pagar a los de la roja 600.000 € por cabeza o par de botas si es que les da por ganar?

A mi como decí­a me parece que la jugada francesa es encomiable. Se vuelven para casa con las manos vací­as de gloria, pero se ahorran los hoteles de esos que tienen más estrellas que las banderas europea o americana. Se ahorran también primas y demás prebendas. Se ahorran, por la lógica pérdida de interés en las retrasmisiones, un gasto farmaceútico disparatado en tranquilizantes y analgésicos con que pasar el coñazo de las vuvuzelas. Y además, así­ como de paso y sin quererlo ponen en su sitio a estos gladiadores del tercer milenio que en vez de dejarse su vida nos la cuestan al resto. Jovencitos mal criados y bien pagados que cobran lo que no está al alcance de los mortales, que cuestan sudores y riñones a sus seguidores y que a la primera de cambio se muestran como lo que muy a menudo son, millonarios prematuros sin más mérito que darle patadas a un balón.

En fin, que a ver si cunde el ejemplo y acaba cada uno en su casa y las primas en el fondo del común para enjuagar el deficit ese tan traido, o mejor dicho tan llevado de nuestros bolsillos…

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