Vuelven los fantasmas

Los muertos tienen la mala costumbre de aparecer cuando menos se les espera. El silencio de sus bocas rotas cuenta hisotrias que muchos desconocen, que algunos creí­an olvidadas y que otros sin embargo hubiesen preferido no recordar nunca. Los muertos agrupados hacen esto mismo con más fuerza si cabe. Tenemos en Vitoria y en álava entera varios de estos muertos agrupados. Desde los más numerosos y antiguos, los de San Juan Ante Portam Latinam de Laguardia hasta los más recientes y bochornosos recuerdos del siglo pasado en forma de huesos. Pero los hay entre medias que con cierta periodicidad se asoman a recordar que el mejor recuerdo no es el monumento pastelero, sino sus huesos.

Una vez más el centro de Vitoria les ha visto asomarse. Lo ha hecho en un junio lluvioso a escasos dí­as del 197 aniversario de su fallecimiento, el 21 de junio de 1813. Lo ha hecho con un clima como el que debió hacer aquel junio de hace casi 200 años, también lluvioso y desapacible en los dí­as anteiores al fatal encuentro. Lo ha hecho en el sitio donde es conocido, hace años, la existencia de un cementerio de la época. Muchos de ellos habrá si tenemos en cuenta la dificultad que enotnces planteaba el asunto de repatriar muertos, y más aún cuando no hablamos de esos cuarenta o sesenta que ahora han parecido ni de los cuatro que aparecieron hace años. Hablamos de que entre unos y otros dejaron sus huesos por aquí­ del orden de 10.000 personas en un sólo dí­a, y sus huesos estarán por ahí­, esperando que alguien les explique para que sirvió todo aquello, confiando en que alguien les cuente que 200 años más tarde no estamos por la labor de resucitar fantasmas, sino más bien por la de o crearlos. Al menos algunos…

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