La raí­z rota. Barea, Arturo

Tí­tulo:La raí­z rota
Autor: Barea, Arturo
Origen: 1951, Inglaterra
Edición: Salto de página, 2009, Madrid.
ISBN: 978-84-936354-8-0
Adquisición: Me lo compré hace ya algún tiempo en Elkar, supongo yo…
Terminado de leer el 15 de junio de 2010
Mi referencia : 00047-A
Comentario: Ya leí­ y comenté en este mismo rinconcito la obra más conocida de este autor, la forja de un rebelde, y precisamente por lo que gusté de aquella lectura me animé a comprar esta otra cuando tuve noticia de su existencia.

He de decir que lo empecé con mucha alegrí­a pero que se me atascó un poco, posiblemente más por distracción con otras lecturas que por dificultades con ésta. si bien es cierto que tampoco es una novela fácil de leer. Es difí­cil escribir de lo que se escribe y describir lo que se describe sin que uno pueda evitar sentir de cuando en vez, hastí­o, hartazgo y hasta cierta repulsión.

El argumento es sencillo, y abunda en la lí­nea de las otras tres novelas. Es en cierto modo un algo así­ como cerrar un ciclo. Si en la famosa trilogí­a dejamos al protagonista camino del exilio aquí­ lo retomamos de vuelta a casa. A casa o a lo que queda de ella. Es más un viaje de experimentación que un retorno en toda regla. De su mano y de la de su familia iremos conociendo la dura realidad de la españa de finales de los cuarenta. Es en ese sentido una de esas novelas más que corales dignas de un retable. Las escenas surgen inconexas para terminar conformando un relato congruente. Un relato duro pero en el que brillan algunas luces de esperanza. Por fin el personajes central no tiene porque ser malo, y lo que es mejor, este no ser malo no le convierte en melí­fluo o en tonto, ni siquiera en derrotado. Es en cierto modo una encarnación del antihéroe que finalmente consigue salir superviviente de la jaurí­a en la que se encierra.

Por momentos dudas, pero hasta un cierto punto de intriga está bien construido, y el hermetismo de Antolí­n, que así­ se llama el protagonista, asalta incluso las dudas del lector, que descubre con ritmo pausado sus intenciones y deseos. En cierto modo es prácticamente lo que también a él le sucede, yo debo confesar que sobre todo en el último tramo del libro he llegado a notar como algo húmedo corrí­a por mi mejilla, bueno, más exactamente dirí­amos que fluí­a lentamente. Pero tampoco puedo decir que tenga un final triste, más bien todo lo contrario… Eso sí­, he de reconocer que soy de lágrima fácil.

En otras palabras… que si tengo que emitir un juicio dirí­a que el libro es muy recomendable.

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