Viejas glorias

Los dí­as 28 y 29 de mayo, en Vitoria Gasteiz, comenzó un experimento. Ignoro ahora el nombre de marketing en que se envuelve, o mejor dicho no lo recuerdo. Pero recuerdo eso sí­ el contexto: la recuperación de la almendra medieval de Gasteiz y en ese contexto la celebración de conciertos con pedigri a cargo, para que engañarnos y darle más vueltas de viejas glorias. En esta ocasión les tocó el turno a Bill Wyman y a John Mayall. Dos conciertos, dos, que tuvieron en común ser bastante diferentes.

El viernes le tocó el turno a Wyman, conocido sobre todo por haber formado parte de los Rolling Stones, uno de cuyos motivos de disputa, el Riff de Jumpin jack flash, se sumo a un repertorio bastante estandar. Bien por la sección de viento, eficaz y simpática, bien por los teclados, muy interesante la voz de la solista, del guitarra tengo poco que decir y con el baterí­a me pasa algo parecido. Lo que mejor recuerdo es una figura en medio del escenario que parecí­a más bien uno de esos carteles que ponen con fotos a tamaño natural de actores o escritores a la puerta de cines o grandes almacenes del libro. Según el viento que haga es casi seguro que cualquiera de estos últimos se mueven más que el Wyman. Así­ pues me dediqué un poco a mirar por debajo del escenario y me sorprendió ver muchas caras conocidas. Algunas conocidas desde hace tiempo, mucho tiempo. Unas del colegio, otras de mis prmieras andanzas zapateriles, otras de las segundas, gente en suma gracias a la que cabe decir aquello de… los viejos rockeros nunca mueren. Vi también muchs caras conocidas de las que conozco de épocas pasadas pero más recientes, y vi, en suma, que los asistentes de pago no parecí­amos ser mayorí­a. Vamos, que habí­a más bien poca gente, y de la que habí­a muchos sonaban a invitación. Posiblemente demasiados.

El sábado hubo más gente, y m´s blues, y más marcha y más vida, si bien la edad no pasa para nadie y para John Mayall tampoco. Eso sí­. Le recordaba yo de hace unos años en la Plaza de los Fueros y me pareció de hecho hasta casi más joven y más vivo que hace tres años. Yo me lo pasé en grande. El no se limitaba a mandar sino que parecí­a obedecerse a si mismo y a la leyenda que se empeña en presentar más que representar. Su banda, renovada en relación con la que trajo hace años es efectivamente digna del maestro. Espectacular fue el solo de bajo eléctrico de Greg Rzab, digno o incluso superior de más de uno de los que pueblan el cada vez más próximo festival de Jazz. el de baterí­a sobrio pero poderoso, y tanto el guitarra como el teclista  sumamente efectivos rallando casi lo brillante. Con el bajista coincidimos horas más tarde del concierto. Con muchas de las viejas glorias también. Una buena noche para un buen concierto. Una buena iniciativa complicada de mantener en pie. Tanto por la edad de los artistas como por la pereza de los vitorianicos a sacar la cartera del bolsillo y pagar 10€, ¡ya ve usted que cifra! por asistir a un concierto que en todo caso roza lo histórico. Eso sí­, insisto en todo caso, que el que pueda pagarse la entrada que se la pague, y bajadas de sueldos al margen, creo que es el caso de más de uno y más de dos de los que por allí­ circulaban.

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