Teixi o Teisi

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 1 de junio de 2010

Mientras escribo estas lí­neas estará Don Ignacio camino del CSD para recoger su medalla. Que le den una medalla al “teixi” es suficiente motivo para que un ex alumno, torpe además para el deporte como yo, aparque otros asuntos y se una al regocijo general. Si no seguramente las habrí­a dedicado a un buen republicano como Koldo Méndez, pero como decí­a, la actualidad y el cariño mandan.

No voy a dedicarme a ponderar su figura, cosa que los medios ya se han encargado de hacer con más y mejores datos que yo. Prefiero compartir recuerdos de esos que pueblan la estrecha frontera que separa la post infancia de la pre adolescencia y que habitan en el colegio en el que crecimos. Y es que el “teixi”, con su voz peculiar es uno de esos profesores que no se olvidan. En los años aquellos de que hablo, cualquier aprendiz de imitador tení­a en su repertorio a Alfonso Sánchez, a Mariano Medina y a Rodrí­guez de La Fuente. Si además estudiaba en Marianistas, la de Don Ignacio Teixidor era igualmente inevitable.

Yo recuerdo una actuación estelar suya que tuvo lugar en el salón de actos del colegio. Supongo que serí­a la fiesta anual o algo así­, porque lo cierto es que ordenadamente fuimos conducidos por centenares al salón para ver una pelí­cula. Era una de esas de catastróficas aventuras aéreas, Aeropuerto 75, o similar. El caso es que una de las azafatas respondí­a al nombre de Teisy y, como es de suponer, cada vez que se referí­an a ella habí­a un cachondeo general. El encargado de mantener el orden en la sala no era otro que”¦ el Teixi. La cosa fue a mayores y llegado un momento el Teixi encendió algunas luces y su voz atronadora y peculiar flotando por encima de la pelí­cula nos conminó a mantener la compostura. Hasta ahí­ todo normal. Pero cuando el Teixi intentó apagar las luces que habí­a encendido las cosas no sucedieron como él esperaba. Cuando ya parecí­a que la oscuridad se restablecí­a un rebelde fluorescente comenzaba a parpadear. De pronto empezaban a lucir otros y vuelta a empezar. Vamos, que no habí­a manera de conseguir apagar todas las luces sin encender otras. El resultado era de esperar. El cachondeo generalizado fue en aumento hasta que se encendieron todas las luces, se acabó la pelí­cula y todos de vuelta a clase. La Teisy culpable del asunto no llegó a su destino y el avión siguió volando por los siglos de los siglos. El Teixi siguió enseñando y entrenando y hasta recogiendo alguna medalla que lo acredita como lo que es, buen profesor y mejor maestro.

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