En esta nuestra era del protocolo entendido como procedimiento cosas como las sucedidas esta mañana en las cercanías de la capital alavesa llaman poderosamente la atención.
Veamos los hechos tal y como se van conociendo. Un delincuente habitual es observado en actitud errática y agresiva por los clientes de un bar de miranda a altas horas de la noche o bajas de la madrugada. En su actitud le acompaña un Pitbull. Avisados los agentes de la autoridad municipal mirandesa acuden al lugar no sin antes alertar y pedir refuerzos a efectivos de la policía nacional que acuden de paisano (y esto lo digo yo, se conoce que alertados por los antecedentes del colega y dada su propia pericia). El caso es que localizado el individuo en su vehículo cuando acuden a no se sabe muy bien qué este se pone en marcha y arranca golpeando los coches de los policías. Circula por Miranda y se pone en marcha dirección a Vitoria por la A-1. A la altura de Armiñón consiguen detenerlo haciendo que su coche se golpee contra el quita miedos. En esos momentos llega la patrulla de los municipales de Miranda. el individuo que se fugaba saca a su perro y lo azuza contra los guardias, en el tiempo que estos tardan en pegarle un tiro al animal el indivíduo coge el coche de los municipales y se da de nuevo a la fuga. Llegado que es a las cercanías de Vitoria ve un control de la Ertzaina dispuesto a detenerle y da la vuelta, con lo que sigue su persecución circulando en sentido contrario. Un poco más tarde choca de frente con un vehículo que circulaba correctamente. Ambos conductores mueren. El conductor que circulaba correctamente era el escolta de una juntera alavesa que se dirigía a su trabajo.
En el relato anterior hay varios elementos que chirrían, y que tienen que ver o bien con lo incorrecto de protocolo o del procedimiento o bien con el de su aplicación. Para empezar. Habida cuenta de los antecedentes del individuo, y de los de su “animal” de compañía, como es posible que alguien con semejante perfil tenga un animal de semejantes características. Esto es como darle una ceriila a un pirómano reconocido. Pero sigamos, tres coches para identificar a un individuo y este consigue zafarse de todos ellos, ni un tiro a las ruedas ni una maniobra suficientemente envolvente (con tres coches debería haber formas de aparcar junto a otro de manera que se impida no ya su fuga, sino incluso su movimiento). Una vez inmovilizado el vehículo y sabiendo como debían saber que llevaba un perro, el individuo es capaz de bajarse de su coche con su perro y azuzar este contra los agentes. No sólo eso, sino que uno de los coches al menos tiene las llaves puestas. El vehículo se escapa sin que las armas de los policías puedan hacer nada por evitarlo. El control de la ertzaina se coloca según parece en un sitio visible, ya que este indiviuo lo ve con tiempo suficiente para darse la vuelta. Ningún agente armado está apostado de forma que pueda actuar en este caso, y por otra parte los coches que deberían perseguirle y en ese caso neutralizarle al cambiar de sentido o no están o están demasiado lejos. En cualquier caso, no hay nadie que pueda detener la circulación entre el punto donde este invierte su sentido y el punto donde choca frontalmente. Si lo hay o no recibe la información al instante o no actua de forma diligente para evitar que nadie no implicado en el asunto circule por el tramo cerrado de autovía. Para entendernos, en la persecución no se sigue la técnica de los sanfermines pare avitar que los toros puedan retroceder hasta el inicio del encierro, ya que este se va sellando por tramos según el encierro avanza. Ya por último, ignoro si el escolta viajaba en su coche privado o en el oficial. En cualquiera de los casos alguien como él debiera viajar con algún dispositivo conectado a las emisoras o frecuencias policiales, más que nada para evitar males mayores a sus defendidos. Por otra parte, a menudo vemos paneles y otros dispositivos de aviso a los conductores por radio o lo que sea cuyo uso más frecuente es recordarnos el concepto de distancia de seguridad, la necesidad del uso del cinturón o la realización de campañas preventivas de velocidad, usos de móviles o controles de alcoholemia. Ninguno de estos avisó al conductor inocentemente fallecido.
No creo yo que en casos como este deba buscarse más culpable que el que ya está muerto, pero tal como he ido comentando, si que hay muchas cosas que analizar y mejorar. La vida de otros inocentes está en juego.
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