Estas vacaciones van tocando a su fin. Aún nos queda un día de sol y playa. Uy perdón, que de tierra ni rastro. Hemos pasado toda la noche navegando y pasaremos todo el día navegando también. Si otros días se disimulaba un poco más con lo de las bajadas a tierra hoy si que son vacaciones de granja. Del buffet a la barra y de la barra al buffet. Todo el día en un pienso y si no estás en el pienso estás en el abrevadero. Encima según dice Oli el agua de las piscinas está hoy especialmente fría.
Yo he empezado el día un poco cruzado. Me molesta la gente que carece de educación y encima quiere dar lecciones. Nunca se pone uno frente a la puerta de un ascensor, un tren, un autobús o un lo que sea que forme un espacio cerrado que se abre para que baje la gente que viene lo vacíe y deje paso a la nueva gente que espera frente a la puerta. No es cuestión de edades, al individuo que he tenido que empujar porque no se apartaba no le sobraban años. Le faltaba educación social, o saber vivir en sociedad. Pero pronto he podido olvidarme de ello.
El mar sigue en calma y finalmente Oli ha decidido que no intentará su ascensión al rockódromo. Hemos buscado un rinconcito en la cubierta un poco alejados de la zona donde los animadores del barco se prodigan en pasatiempos para los incansables. Ahí andan elegiendo misters, haciendo esculturas de hielo y hasta jugando al bingo. Nosotros aprovecharemos el rato en el que no estamos en un pienso para hacer las últimas compras (el tabaco está tirado), y buscar nuestras fotos en la galería. Yo nunca las hubiese cogido, pero a Oli le hacen ilusión.
Luego toca hacer maletas, para las dos de la mañana tienen que estar en la puerta del camarote, preparar las tarjetitas con los correos electrónicos para nuestras compañeras de cena, y vestirnos adecuadamente para las fotos de rigor. Con esto de las cámaras digitales no tienes la incertidumbre de si conservarás o no un recuerdo de estos conocidos ocasionales hasta revelar el carrete, miras la pantalla y te quedas tranquilo.
La cena ha sido esléndida y todo el personal ha estado especialmente amable. Normalmente lo son, pero hoy toca rellenar la encuesta de satisfacción y todos quieren quedar bien. Tanto es así que incluso le hemos preguntado por lo del ruso, pequeña leyenda urbana del crucero, que hablaba de un ruso que se tiró por la borda, que seguía diciendo que no se había tirado, sino que la estaba durmiendo (como diría Peret: que no estaba muerto, que estaba de parranda), y que según nos confirmaron off the record parece ser que si, que efectivamente se había arrojado al mar no se sabe bien si voluntariamente o fruto de las copas y otras cosas que llevaba alrededor y encima.  El camarero de camarotes, al que por cierto he enseñado que en caso de nombres compuestos del tipo francisco Javier lo suyo es que use el segundo y no el primero, que a los javieres no nos gusta que nos llamen francisco, cosa que me ha agradecido para quedar bien en lo sucesivo, también anda a la caza de buenas calificaciones. Le ha preparado a Olivia un precioso cocodrilo a base de toallas con mis gafas y unos circulitos como nariz.
A mi me queda la duda de si estos emilios que nos intercambiamos los usaremos, pero es bonito este despedirse sin querer hacerlo, este prometerse visitas que nunca haremos, o quien sabe, puede que las hagamos… Hemos tomado una última copa y nos hemos dispuesto a no dormir o a dormir poco, que mañana para las ocho hay que estar formados en cubierta.
Muchas gracias, mucha suerte y mucha envidia que me da. Que lo paseis muy bien y cuidado con los mojitos, los niños que se atiborren de san franciscos que también son gratis
Javier ha estado genial tu explicación. Ha sido amenda y divertida. Mi familia y yo hacemos el mismo crucero. salimos este sábado 5 de Junio. Escribes fenomenal. Espero poderme explicar como tú si me decido a contar mi experiencia.
Un saludo