Resacón republicano

Ayer por la tarde nos juntamos en La Puebla de Arganzón un buen grupo de amigos con varias cosas en común. Ganas de pasarlo bien, ganas de celebrar algo y ganas de reclamarnos y publicarnos como republicanos. El tiempo nos respetó lo suficiente y apenas nos molestaron las miradas recelosas o indiferentes. La Plaza 14 de Abril volvió a hacer honor a su nombre y las tricolores ondearon al viento mientras volaban los corchos del cava, se retorcí­an los sacacorchos en el rioja y se hundí­an los dientes en la tortilla y el jamón (vale, era una paletilla). Un panel con reproducciones de actas municipales del decenio republicano serví­a para rememorar a propios e ilustrar a extraños.

Como si el tiempo no hubiese pasado habí­a quien miraba temeroso y posiblemente deseoso de sumarse al evento. Habí­a quien vigilaba de forma discreta o no tan discreta, y habí­a incluso quien, por encima de ideas y vergí¼enzas se decí­a a si mismo aquello de que el vino y el jamón (vale, paletilla) no tienen ideologí­a y son rojos por que lo son, sin mala intención. No entedí­an estos el concepto de aportar y compartir y parecí­an pensar que las mesas y las viandas habí­an caido del cielo o las habí­a puesto el ayuntamiento. Afortunadamente fueron los menos. Poco más que una o dos anécdotas alguna de las cuales no tardó tiempo en darse cuenta y aplicarse la enmienda con más vino, esta vez de cosecha propia.

Ha sido una semana dura, tensa, unas horas de no saber si todo serí­a para nada o lo contrario. Y al final, cuando el dí­a pasa, y el estado fí­sico te recuerda que hubieses debido irte antes a casa, queda un buen sabor de boca, y esta vez no es el jamón (vale, ni tampoco la paletilla). Es la sensación de haber disfrutado de unas horas por una buena causa o dos. Amistad y República.

No puedo menos que agradecer a todos los que estuvieron que sean como son. No puedo menos que reconocer la ayuda de quienes ayudaron, ni la colaboración entusiasta del amigo Navas, de fote o de Manolo por citar a algunos. No puedo pasar por alto la alegrí­a con que se sumaron al evento los amigos de Manzanos, Javi y compañí­a, ni el buen humor que derrocharon Eduardos, Kikos, Begoñas, Lolas, Imanoles, Castores, Marios y más que dejo sin citar para que esto no parezca un censo.

El año que viene volveremos, y por el camino intentaremos que la placa que dio nombre a la Plaza deje de ser un recuerdo o una anécdota y sea, en adelante, una dirección postal y una denominación oficial, digna y respetable, y si lo es además en un pueblo peqeuño de una república tercera, pues mejor que mejor…

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