Lo que el viento no se llevó

Ha pasado el fin de semana de la ciclogénesis explosiva. Como dirí­a Trillo, “manda gí¼evos” con el nombrecito. Cierto es que el viento sopló fuerte. cierto que ha causado estragos, pero podí­amos haberle llamado simplemente vendaval, huracán o lo que sea que aún a fuer de ser menos preciso hubiese sido más fácil de entender. Una vez más, en lo que a meteoros se refiere, la predicción de los meteorologos hasido más precisa que la de los programadores de vuelos. Llegó a las nueve y se fue a las cuatro o las cinco.

Por el camino ha dejado claras señales de destrucción, muchas de las cuales eran en todo caso previsibles y entran dentro de lo, digamos natural. Algunas bien es cierto que son más investigables, como por ejemplo las ocurridas en Armiñón, donde un frontón recien inaugurado verá de nuevo en su seno andamios y operarios. Gran parte de la fachada “se la ha llevado el viento”. Visto lo visto está claro que o bien los cálculos del pedazo de ladrillo que destroza cualquier perspectiva que uno intente tomar de Armiñón y muchas de las de Estavillo no eran correctos o bien los que montaron las piezas no las siguieron correctamente. El caso es que gracias al toque de queda y demás circunstancias la cosa quedó en daños materiales.

Hay quien opina que la alarma ha sido excesiva, y las medidas de seguridad también. Algunos lo dicen porque asumen lo inevitable como natural, y bien es cierto que lo es. Otros en cambio son los mismos que, en caso de haberse producido alguna desgracia hubiesen acusado a la administración de ser imprudente y carecer de previsión a pesar de tener precisas previsiones, gajes del oficio.

Lo que sin embargo nos enseña el evento y su gestión es que ciertas inclemencias son predecibles. Lo que nos enseña también es que contra ellas queda poco pr hacer que no esté ya hecho. Me refiero a que la mejor prevención es la que a menudo menos nos gusta y más nos cuesta, esto es, construir donde se puede, no donde queremos, y hacerlo de forma que aguante los avatares que el clima le pueda ofrecer no a fecha de hoy, sino con visión de pasado y proyección de futuro. Vamos, aplicar el cuento de los tres cerditos sustituyendo al lobo y sus pulmones por las inclemencias del tiempo. Y ya por último que, en determinadas circunstancias y cumplido lo anterior, donde mejor se está es en casa, aunque se vaya la luz. Y que incluso en este caso, muchos siglos las letras se vieron a la luz de las velas…

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