Soldados de Salamina. Cercas, Javier

Tí­tulo: Soldados de Salamina
Autor: Cercas, Javier
Origen: 2001, Girona.
Edición: Tusquets editores, 2002, Barcelona.
ISBN: 84-8310-161-0
Adquisición: El amigo Mario lo encontró duplicado en su biblioteca y me lo regaló
Terminado de leer el 26 de enero de 2010
Mi referencia : 00042-A
Comentario: Me habí­an hablado varias veces de él, generalmente el propio Mario, y sabí­a por la prensa de la pelí­cula que inspiró. Poco más sabí­a, y lo que creí­a era tan solo un cúmulo de errores, cosa que descubrí­ cuando empecé a leerlo por la conjunción de dos factores que suelen a menudo encontrarse detrás de lecturas que uno acaba agradeciendo. Son estos el compromiso y la oportunidad. Compromiso de poder responder a la pregunta inevitable… ¿te ha gustado? Oportunidad de tener que empezar a leer algo y encontrárselo a mano.

La historia es en sí­ la historia de un libro, la biografí­a de un escritor que sirve como hilo conductor en el que deslizar muchas otras biografí­as, tantas que al final uno no tiene muy claro quién es el protagonista. El autor no desaparece nunca. No podí­a ser de otra manera cuando se trata de contar cómo se escribe un libro. Pero dentro de la historia el protagonismo va basculando. Hay personajes que podrí­amos llamar como en el cine, episódicos. Otros sin embargo surgen y se quedan. De estos últimos algunos hacen compañí­a a los presentes. Matizan su historia y la corroboran generalmente. Sólo al final aparece una nueva camada de agentes que suplantan a los anteriores, o mejor dicho, los complementan. Un Ying y un Yang en el que no hay buenos y malos, sólo lados de una misma moneda condenados a dar vueltas juntos sobre su canto, condenados a ser a veces cara y a veces cruz, según de que lado caiga la moneda en forma de victoria o de fracaso, de gloria o de olvido, de fama o abandono.

Como es algo parecido a un diario de guerra de un escritor en busca de su libro, que no deja de ser una forma de buscarse a uno mismo, el lenguajes es sencillo y poco gratuito. Se trata de contar cosas, no tanto de hacerse pajas mentales aunque también las haya. Algunos pensamos que se deja flecos, algunos es posible que echen de menos historias más cerradas. Puede incluso quien se sienta decepcionado porque el misterio es que no hay misterio. Yo por ejemplo disiento de la postrera conclusión del autor, o de su interpretación de una mirada. ¿Pero quién soy yo para tamaño atrevimiento? Pues tan sólo un lector, pero me gusta también ser como el cuervo posado en el hombro del autor. Un testigo cercano de lo que ven sus ojos y oyen sus orejas, y como tal yo estoy convencido del motivo último que no he encontrado impreso en tinta. Yo creo que supo negar la heroicidad a quien nunca la mereció, que fue en cierto modo su castigo. Y es que puestos a destacar algo en una novela que es un libro con el tí­tulo prestado,  destacan los pasajes en los que sobre esta se habla:

“Personas decentes hay muchas: son las que saben decir no a tiempo; héroes, en cambio, hay muy pocos. en realidad, yo creo que en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su  naturaleza y a lo que no puede escapar. Además, se puede ser una persona decente durante toda una vida, pero no se puede ser sublime sin interrupción, y por eso el héroe sólo lo es excepcionalmente, en un momento o, a lo sumo, en una temporada de locura o inspiración.”

“En la paz no hay héroes, salvo quizás aquel indio bajito que siempre andaba por ahí­ medio en pelotas… Y ni siquiera él era un héroe, o sólo lo fue cuando lo mataron.  Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o los matan. Y los héroes de verdad nacen en la guerra y mueren en la guerra. No hay héroes vivos, joven. Todos están muertos.”

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